La bicolor batalló contra su nerviosismo producto del contexto en el que enfrentaba a Paraguay: llegó a tierras guaraníes diezmado por las nueve bajas y con un once inicial parchado que no pudo encontrarse en el campo. Los primeros 45′ fueron de terror, con errores en defensa, imprecisiones en salida y jugadores cuyo nivel está lejos del que acostumbran a ofrecer. Se notó la poca trascendencia de André Carrillo, que solo jugó la primera parte, y la falta de solvencia de Miguel Araujo, otro de los sacrificados por Reynoso. Pero el partido tenía que sacarse adelante a pesar de la intensidad de Paraguay. Ramón Sosa fue un dolor de cabeza para Luis Advíncula y precisamente él provocó la temprana expulsión del lateral peruano. Encaró en dos ocasiones y en las dos fue derribado por el jugador de Boca Juniors. Sacó provecho del desconcierto defensivo de la bicolor y la hizo sufrir con cada balón que tocaba.
La expulsión de Advíncula trastocó los planes de Reynoso, que unos minutos antes de aquella segunda amarilla llamó a Wilder Cartagena y Aldo Corzo para enviarlos a calentar. El ‘Cabezón’ sabía lo que podía pasar: Paraguay era superior desde el juego con balón en el piso y por la vía aérea, y en cualquier momento trasladaba esa ventaja al marcador. Quería corregir el error, pero demoró con los cambios y perdió un jugador valioso para su planteamiento. Entonces, tuvo que replantear sobre la marcha, con un hombre menos y la necesidad de equilibrar la balanza desde la inferioridad. Y allí el ‘Cabezón’ dio luces de su genialidad para ir al frente desde lo defensivo, dándole orden y equilibrio a un equipo que parecía aterrado por el pánico escénico.
Los ingresos de Corzo, Cartagena y Marcos López cambiaron la imagen de un Perú que no tenía manos para defenderse. Colocó dos líneas de cuatro y dejó solo a Paolo Guerrero, que fue el respiro de una bicolor ahogada por la intensidad de su rival. Y con esas variantes empezó otro partido, uno más realista y sufrido para nosotros, porque a partir de entonces la selección jugó al límite y despejó cada balón que asomó con peligro al arco de Pedro Gallese. El ‘1′ de la bicolor hubiese terminado como la figura del partido si no fuese por la sacrificada labor de Renato Tapia, quien jugó como central en el complemento y fue el corazón que latió por todos sin ayuda del desfibrilador.
Desde el sufrimiento y la adversidad, Perú aguantó la embestida de Paraguay, lo supo contener y le quitó los espacios que tuvo en la primera mitad. Incluso, Guerrero sacó un derechazo de su repertorio que pegó en el palo del arco guaraní casi al final del partido. Lo pudimos ganar, pero también perder, porque la ‘Albirroja’ respondió al instante con dos palos más que jugaron a favor de Gallese. La bicolor estuvo tocada por la divinidad y Reynoso no quiso arriesgar. Cerró el partido enviando a la cancha a Jesús Castillo y Carlos Ascues, dejando en espera a quienes queríamos ver el debut de Joao Grimaldo. Pero el fútbol se trata de decisiones y el ‘Cabezón’ optó por lo seguro. Sea como fuere, el 0-0 es un punto de inicio y dependerá de la bicolor el camino a seguir para lograr la clasificación al Mundial.
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