La frase llegó desde Matute y la pronunció el ex asistente de Sergio Markarián, el también uruguayo Pablo Bengoechea, hoy en Alianza Lima. Según él, Sergio tiene "mucho que ver" con el buen momento de la selección peruana. En su opinión, el hecho de que entre el 2010 y 2013 el 'Mago' proyectara a muchos jóvenes que hoy son titulares ha sido clave para que Ricardo Gareca tenga por estas horas un cuadro fuerte y fogueado.
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Primero y principal: a nivel de entrenadores, el único mérito posible en la campaña actual es del cuerpo técnico de Gareca. Ellos eligen jugadores. Ellos deciden la táctica. Ellos plantean los partidos. Por lo tanto si hay un primer responsable es Gareca. Y si hay un segundo, también es Gareca.
Lo que sí existen son legados. Y no es lo mismo lo que Chemo le dejó a Markarián que lo que Markarián le dejó a Gareca. En ese sentido, es justo admitir que, más allá del objetivo no logrado, Markarián preparó un equipo con bastantes jóvenes en casi todas las posiciones relevantes. Futbolistas como Carrillo, Advíncula, Ramos, Yotún y Hurtado fueron muy criticados en su ciclo, pero hoy gozan de total reconocimiento, lo que es mérito de los jugadores que maduraron, pero también de quien los proyectó en la selección. Si nos fijamos, esos cinco seleccionados hoy tienen más de 50 partidos internacionales, cifra que ya los hace experimentados pese a que no superan los 26 años; todo ello -valgan verdades- no hubiera sido posible si Markarián no los impulsaba desde un inicio. Varios de ellos fueron triturados por la prensa (¿se acuerdan lo que le decían a Advíncula?), pero el uruguayo los sostuvo en su plantel, bajo la idea de que era "talento a futuro".
El fallo del 'Mago' no estuvo en su ojo para detectar capacidad ni en su cabeza fría para planear renovación (llevó a Tapia a la Videna a entrenar con los mayores, hizo debutar a Cueva en la Kirin y hasta puso a Corzo y Ruidíaz en la Copa América 2011), sino, básicamente, en su mano blanda para no marcarle límites a los experimentados como Pizarro. Lejos de poner en observación a los 'fantásticos' que no rendían, los respaldó hasta límites inaguantables al punto de que, desde la promesa de que algún día destacarían porque tenían "jerarquía", los alineaba fecha tras fecha. Fue tal su fijación por incluirlos en el equipo titular que hasta condicionó su sistema para jugar con dos 9 (Claudio y Guerrero), con tal de no prescindir de ninguno. Si recordamos, en un cambio altamente trascendente ocurrido en la fecha 7 de las Eliminatorias, Gareca borró a Pizarro y no lo reemplazó por otro punta modo 'tanque' sino por un enlace de estilo pistero como Cueva. Dicho cambio tuvo una doble lectura. Primero una tipo arenga ("acá juega el que esté mejor") y luego otra de corte táctico-técnico ("Perú será menos físico y más tocador"). El mejor ejemplo de esto último se dio en los duelos contra Uruguay en la segunda vuelta. Mientras el Perú de Markarián 'peleó' el partido contra los de Suárez, en un choque lleno de roces que no nos favorecieron (1-2), el Perú de Gareca 'jugó' frente a los de 'Luisito', en un encuentro en el que claramente impusimos nuestro estilo histórico de pelota el piso y mucha circulación (2-1).
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El punto es que el ciclo Markarián quedó tapado por errores de manejo grupal y porque, a la hora de formar un equipo, ideó un Perú muchísimo menos versátil que el actual. En ese sentido, perder el boleto aunque sea en la antepenúltima fecha era no cumplir la meta para que la que fue citado. Por eso no está. Por eso se fue. Por eso no aceptó la oferta de la FPF para quedarse. La conclusión podría ser que Markarián entregó su mejor versión a la hora de captar talento (6 de 11 titulares actuales) y no tanto a la hora de dirigir un conjunto. Es, en todo caso, más de lo que dejaron otros seleccionadores que pasaron por aquí.