1. Antes del partido.
Olvídense del 69, de las palomilladas de Chale, de los goles de Cubillas y del álbum percudido de Naranjito. Pero olvídense también de Popovic, de Didí, de Chemo y de los 35 años de frustraciones. El pasado no existe, no mete goles ni tampoco los evita; pero de la misma forma, es inútil especular con el futuro, reservar hotel en Rusia o preguntar, antes de tiempo, por los trámites de la visa en la embajada. No nos ayuda la lesión de Agüero, ni merma nuestras chances cuánta presión pueda meter ‘La 12’ en la Bombonera. El fútbol ocurre en un presente eterno y solo premia a quienes viven el ahora. Y el ahora es intenso, pero simple: Messi no es el mejor jugador de fútbol del mundo, Di María no es la estrella del PSG, Dybala no es la joya de la Juventus; esta vez son solo once argentinos contra once peruanos.
2. Durante el partido.
2a. Si es millennials, generación Z o centennial. Disfrute su privilegio etario. Sueñe, la suya es una generación excepcional en la historia de la afición peruana. Se ha ahorrado montañas de dolor, el cable le ha liberado de la estrechez de resignarse al fútbol local e Internet le ha abierto puertas que lo hacen sentirse, digamos, con ciertos derechos globales, signifique eso lo que signifique. Los demás resentimos haber pagado cuentas de cenas que los han saciado a ustedes. Ojalá estén a la altura: este es su bautizo deportivo de peruanidad.
2b. Si es generación X, Peter Pan o de transición. Haga lo que mejor ha aprendido a hacer: sufrir sin que nadie se dé cuenta. Sabe usted de donde viene: de la larga madrugada del 29 de setiembre en Seúl en 1988 y del 4 a 0 del 12 de octubre de 1997 en Santiago. Puede probar con ponerse cínico, jugar a ser indiferente en la conversación de oficina o hacer como que nada de esto lo afecta; en el fondo, pase lo que pase, habrá desgarro.
2c. Si es ‘baby boomer’. La vida le ha cuajado lo suficiente como para salir bien librado de esta. Ya sea que Perú clasifique o no, usted tiene claro que hubo otra selección y que habrá otra oportunidad. Tres mundiales en su haber le dotan de una serenidad que a otros se les niega. Las imágenes en blanco y negro y esas Copas Libertadores de los 60 son la reserva moral que le permiten estar más allá del bien y del mal. Dé el ejemplo.
3. Después del partido.
Mucho para evaluar en poco tiempo. Se podrá decir que, más allá del resultado, lo que importa es la actitud de los jugadores, su desempeño, cómo sortearon las dificultades, cuán competitivos fueron. Si bien este partido empieza en Buenos Aires y termina en Lima, lo que ocurra en la cancha de Boca será clave para saber cómo se afrontará el partido en el Nacional. Entonces: ni derrotismo, ni exitismo. Que la selección vaya a su partido más importante en 35 años con grandeza: pálidos, pero serenos.