PEDRO CANELO
Desde Wellington
El camino ha sido largo y aún no podemos anclar en la isla de nuestro sueño mundialista. Se prolongan los kilómetros, se cansa la euforia y la alegría más grande de nuestras vidas aún no quiere ver la luz. Es un parto interminable que tiene a treinta millones de peruanos mirando el reloj en una congestionada sala de espera. Perú no pudo anotarle a Nueva Zelanda y ahora recupera la difícil obligación de reencontrarse con el gol y ganar. Solo así llegaremos a Rusia. Christian Ramos y Renato Tapia piden al final del encuentro agradecer a los cinco mil hinchas que llegaron hasta aquí. Ese saludo a lo lejos, este miércoles tendrá que ser un abrazo.
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Deja un sabor agrio este empate 0-0 en el Westpac Stadium. Hubo varios minutos de tranquila superioridad. Perú rotaba el balón, pero con el transcurrir de los minutos encontraba menos espacios y más presión. Tanto Yoshimar Yotún como Christian Cueva se enredaban en ideas y la pelota pocas veces llegaba con claridad a la zona de ataque.
Teníamos que ser fuertes por los costados y ni Flores, ni mucho menos Carrillo se afianzaron en el desequilibrio. Tapó bien los frentes Nueva Zelanda, sobre todo en el segundo tiempo. Tuvo que ser más hambriento Perú, más obsesionado con el gol y menos preocupado por el pase más cerca. Es la esencia de este once proteger la posesión, sin embargo, inquieta un poco la sequía goleadora con tres partidos completos anotando una sola vez (Paolo Guerrero a Colombia).
El momento más difícil comenzó cuando se acercaron los últimos veinte minutos. La blanquirroja ya no podía triangular, Farfán no tenía mucha movilidad arriba y en el rival ganaron motivación y confianza con el ingreso de Chris Wood, su delantero y máxima figura, quien no arrancó el encuentro por un recrudecimiento a su lesión en los isquiotibiales.
Muchas tareas pendientes para Perú, sobre todo recuperar la eficacia arriba a pesar de la ausencia de Paolo Guerrero. Las ventajas ahora serán la localía, el cansancio por el largo viaje de ellos (no vendrán en charter) y que hay más margen para conocer al rival. Está claro que con mejor manejo de la ansiedad, Perú es superior a este Nueva Zelanda. Ya no hay más pretextos.
Todavía ese grito acumulado de treintaiséis años descansa en cada garganta. Así tendrá que ser, entregados totalmente a la dificultad por buscar un cupo a Rusia 2018. Ya tuvimos demasiadas postergaciones para la cita más importante de nuestras vidas. Qué importa sí tenemos que esperar cuatro días más. La ilusión no muere. El sueño, como la camiseta que vistió ayer Perú en Wellington, está rojo y vivo.