Así como Banfield puso en riesgo su clasificación a la tercera fase cuando Maximiliano Barreiro igualó en el final del partido, anoche, en Quito, logró el 2-2 decisivo y necesario para seguir en la Copa justo en el momento en que el árbitro asistente mostraba el cartel que se iban a jugar cuatro minutos. Llegó el córner desde la izquierda de Pablo Mouche, el arquero Hamilton Piedra generó un rechazo corto y Mauricio Sperduti, quien había ingresado apenas tres minutos antes por Bertolo, sacó un derechazo que superó todas las piernas y desató el delirio de la gente de Banfield que estaba en el estadio Atahualpa y de los que miraban el partido a miles de kilómetros de distancia. Ahora, Banfield se enfrentará con el vencedor de Nacional de Montevideo y Chapecoense, que juegan hoy.
No es sencillo jugar en la altura de Quito. Ni con el equipo que generalmente también hace de visitante. Porque el estadio de Municipal de Sangolquí (en el conurbano de Quito), donde habitualmente juega Independiente del Valle, no está habilitado por la Conmebol porque su capacidad no supera los 10 mil espectadores. Los Rayados del Valle se acostumbraron a hacerse fuertes también en el Atahualpa de Quito, como la LDU y el Deportivo: de 19 partidos, ganaron 10 y apenas perdieron uno, por Copa Sudamericana en 2013, es decir que están en la Libertadores ostenta un invicto de 15 partidos. Ni Independiente del Valle ni Banfield mostraron apuros en el comienzo del partido. El local, porque el 1-1 logrado en Argentina le permitía pasar de fase con un empate sin goles. La visita, porque necesitaba ahorrar energía. Después de algunos intentos de Pablo Mouche por derecha para buscar la cabeza de Cvitanich sin suerte, y de un momento de zozobra cuando Barreiro metió el pie entre Spörle y el arquero Arboleda pero la pelota se fue apenitas desviada, no había pasado nada hasta el gol de Banfield. A los 23 minutos y de tiro libre, Dátolo demostró que la pelota en la altura dobla y mucho más si se le pega con destreza. Jesús la colgó en el ángulo. Pero la alegría no le duró mucho al equipo argentino. A los 28, una buena combinación entre Arce y Ayala por izquierda, terminó en el empate de Maximiliano Barreiro, otra vez verdugo del Taladro como la semana pasada. El 1-1 pinchó otra vez el partido. Pocas llegadas y mucha niebla.
En la parte final parecía que lo tenía controlado el partido el equipo argentino. Pero a los 20 minutos, Pellerano, recién ingresado, cortó bien una pelota en el medio, cedió para Barreiro, quien encaró, hizo la pausa, levantó la cabeza y le metió un pase justo para la definición de Arce. Desde ahí y hasta el final, la serie estuvo abierta. Porque Independiente del Valle tuvo varias situaciones para definirlo: Estrada desperdició tres clarísimas. Y Banfield, con orgullo y con el poco oxígeno que le quedaba a sus jugadores, lo buscó siempre. Y en el final tuvo su premio.
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