Conforme a los criterios de
Antes de agarrar los guantes, Ángelo Campos era un ‘9′ de área, de buen porte, que todo lo veía gol. Sin embargo, su romance con el arco nació en el barrio ante una necesidad, previa “pichanga”. Aquí la historia: a los seis años, en Breña, el distrito donde creció, cuando sus compañeros pedían un arquero, el puesto que todos sorteaban o decidían a través del piedra, papel o tijera, el ahora ‘1′ de Alianza Lima alzaba la mano y se cuadraba en el portón de la cochera, arco improvisado ante la ausencia de tres palos o de dos piedras en la pista.
El ‘Mono’, como lo llaman, era feliz. Después, sus padres Milton y Tania, fortalecieron su pasión al comprarle sus primeros guantes en Navidad. “Me regalaron mi ropa de arquero, a los seis años. Siempre me apoyaron”, recuerda con entusiasmo la pieza fundamental en la obtención del título nacional de los íntimos. Luego, el romance con Alianza, se inició cuando visitó Matute, con su papá y hermano.