El repechaje intercontinental que la selección peruana afrontará contra Australia será, además del partido más importante del 2022 para los peruanos, el final de un proceso clasificatorio que empezó con muchos errore, pero que se pudo corregir sobre la marcha para seguir en la pelea por el pase al Mundial Qatar 2022.
A diferencia del 2017, cuando miles de hinchas coparon el Estadio Nacional para el duelo de vuelta ante Nueva Zelanda, esta vez los dirigidos por Ricardo Gareca contarán con el apoyo presencial de un número más reducido de fanáticos incondicionales en la lejana ciudad qatarí de Rayán. Desde luego, 33 millones de peruanos más seguirán enviando su aliento a la distancia.
Solo 90 minutos separan a la Bicolor de la sexta Copa del Mundo de su historia. La victoria sería la prolongación de un sueño, mientras que la derrota el despertar brusco del mismo. Sea cual fuere el resultado, convendría reflexionar qué implicancia podría tener cada escenario para el futuro de la selección.
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Ganar consolidaría el proceso más exitoso de los últimos años
Dos clasificaciones a mundiales, un subcampeonato de Copa América y otro tercer lugar en el mismo torneo convertirían al proceso del ‘Tigre’, sin ninguna duda, en el que mejores resultados ha obtenido en las últimas décadas. Una realidad prácticamente impensable a inicios del nuevo siglo, cuando la Blanquirroja se malacostumbró a los fracasos y a las decepciones.
Una eventual clasificación para Qatar serviría para confirmar que, hoy más que nunca, el combinado peruano es un equipo en el que lo colectivo destaca por encima de las individualidades. Sin superestrellas en las grandes ligas, afectado por la baja obligada de su goleador histórico durante casi toda la eliminatoria y con un torneo local de muy pobre nivel, el Perú de Gareca es un claro ejemplo de una excepcional capacidad para dirigir y un ejemplar compromiso por parte de los jugadores.
Ricardo Gareca fue el gran artífice del regreso de Perú a los mundiales después de 36 años. Foto: EFE
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¿Perder sería el fin de una era?
Quedarse en el camino al Mundial después de haber remado tanto contra la corriente sería un golpe durísimo, acaso el definitivo para ponerle cierre a la etapa del DT argentino en el banquillo. Ciertamente nada garantiza su continuidad para después del 2022, incluso si la Bicolor llegara a Qatar, pero no lograr el objetivo trazado ahora anularía la extensión automática de su contrato y le quitaría razones para renovar.
Sin un líder como el exentrenador de Universitario a cargo, a varios futbolistas en quienes Gareca depositó su confianza les podría costar mucho adaptarse a un nuevo estilo. También la forma de juego del equipo se resentiría mucho, ya que los siete años bajo la tutela del seleccionador le han impreso una identidad propia que, al margen de no pocos tropiezos, ha demostrado funcionar.
Sea como fuere, mantener el buen trabajo que se viene realizando es la prioridad, y para ello puede servir el estado de ánimo resultante de este repechaje. Si se gana, no dejarse llevar por el triunfalismo; si se pierde, no dejarse abatir por la decepción.