Magnín, refuerzo del ‘Dominó’ para toda la temporada 2023 -Liga 1 y Copa Libertadores-, nació en San Jerónimo Norte (Argentina), ciudad en la que justamente empezó su carrera con las inferiores del Club Libertad. Luego se sumó a las divisiones menores de Unión de Santa Fe, club donde terminó de forjarse como jugador.
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El 9 de marzo de 2010 se produjo su debut profesional en la Segunda División con casi 20 años. Ya al año siguiente, logró el ascenso con Unión, pero no pudo mantenerse mucho tiempo en Primera a pesar de haber tomado mayor protagonismo en la cancha. Es por eso que en el 2014 alcanzó un nuevo ascenso con este equipo.
Así, la carrera de Pablo Magnín ha ido alternando entre Primera y Segunda División. Además de Unión, el delantero argentino ha vestido las camisetas de Instituto, San Martín (SJ), Temperley, Sarmiento Junín, y Tigre por último. La única vez que jugó en el extranjero fue en el 2016 con el San Luis de Chile (un gol en 10 partidos).
Ahora será su segunda experiencia fuera de su país con nada más y nada menos que Melgar, pero no sin antes haber dejado su huella en Tigre. Con este club, logró ser el goleador de la Primera Nacional dos años seguidos (2020 y 2021), siendo, además, campeón de esta división el año anterior.
Con un total de 33 goles en 77 partidos, el centrodelantero de 32 años se despidió a lo grande de los ‘Azules del Norte’ y el próximo año, que ya empieza este fin de semana, emprenderá uno de los mayores desafíos de su carrera en la Ciudad Blanca de Arequipa.
Un existencialista apasionado a la música
Pablo Magnín es un futbolista distinto al común denominador. Él siempre trata de disfrutar su vocación, pero prefiere hacerlo más como una persona “normal” que como un famoso al que cada fin de semana ven en la televisión en una cancha. Es el modo al que prefiere aferrarse.
“Voy al banco y no hago cola. Voy a la carnicería y me regalan la carne. Voy al mercado y me regalan esto. Tengo que hacer un trámite, llamo a dos personas y te hacen el trámite. Todo eso porque pateo la pelota. Si yo no jugase al fútbol tendría que ser una persona normal”, meditó el delantero en una entrevista con el medio argentino El Litoral.
“Calculo que cuando deje de jugar, esas cosas no van a pasar. Entonces trato de ser una persona normal. Muchos chicos al ver los primeros contratos, que les hacen notas, que los conoce la gente, se pueden marear y tomar caminos que no son los acertados. Yo trato de estar siempre ajeno a eso”, añadió.
En ese contexto, Pablo Magnín, ya en sus últimos años como futbolista, ve un futuro lejos del deporte rey. No está de acuerdo con continuar en este ambiente después de colgar los botines. Es su decisión personal y tiene mucho sentido con lo que piensa.
Además, el ‘9′ argentino es un tipo bastante sencillo que es indiferente a los programas de TV, a las redes sociales o a cualquier noticia en internet. No le gusta esa onda. Él prefiere estar alejado de esas cosas y enfocarse en otras que le apasionan como leer, escuchar música (blues, jazz y rock argentino) y tocar la guitarra.
“No me entretienen las redes sociales. No tengo TV en mi casa porque no miro. Esos programas que mira toda la gente en Argentina no los miro. Pero hay una vida primero que eso (...) Tampoco leo diarios y el celular lo agarro una sola vez al día. Nada más”, reveló.
Evidentemente, Magnín es totalmente distinto a lo que frecuentemente se ve en un futbolista hoy en día. Y como amante a la lectura, él tiene un particular interés por la filosofía, la que lee, estudia y hasta pone en práctica a su manera.
“Leo mucha filosofía. Siempre autores viejos. Me gustan los existencialistas (corriente orientada a la existencia humana). Leo a Soren Kierkegaard, Milan Kundera, Albert Camus”, contó.
Este es, pues, el nuevo refuerzo de Melgar: un delantero que tiene el ‘10′ y la firma de Maradona tatuada en su pierna derecha, que le gusta mantenerse ajeno a la modernidad de las cosas, más no de los goles.