Pero en el fútbol como en la vida la función continúa y en Universitario lo tienen tatuado hasta en la frente. Y no es para menos: 22 técnicos pasaron desde el último título nacional de los cremas en el 2013 y ninguno pudo salir campeón. Esa es la verdad y golpea en la cara más fuerte que un puñetazo de boxeador. La salida de Carlos Compagnucci deja al equipo sin su principal ejecutor; no obstante, también es una invitación a resarcir los errores y elegir a un técnico con un perfil diferente. Porque hoy, lo que necesita la ‘U’ con urgencia es un DT identificado hasta las venas con lo que significa ser merengue, un ‘Chicho’ Salas en versión crema.
Suena polémico decirlo, pero valen las interrogantes. ¿Desde hace cuántos años no vemos a un técnico nacido en la ‘U’, que sienta y respire los valores del club? Uno que sepa lo que se vive en los camerinos en la victoria y en la derrota, uno que entienda la exigencia del hincha y lo que representa formar parte del más campeón del Perú. ¿Desde hace cuánto no vemos a un técnico con garra y empatía hacia sus jugadores, que sea el líder del grupo y con el poder de convencimiento para hacerles creer que son privilegiados por formar parte de esa institución? ¿Desde hace cuánto no vemos a un DT hecho por y para Universitario?
Porque en momentos de crisis pocos son los hidalgos que ponen el pecho como escudo para recibir las críticas. En Alianza Lima, por ejemplo, ‘Chicho’ Salas apareció cuando el equipo estaba lejos de la pelea por el título y terminó siendo campeón nacional. En Universitario, por otro lado, no ha aparecido nadie que haya repetido lo sucedido con su ‘compadre’ ni algún dirigente que haya tomado esa decisión y corrido con ese riesgo. Puede salir bien o mal; pero, ¿por qué en uno sí funciona y en el otro no? Por eso, es clave para la administración que encabeza Jean Ferrari reflexionar al respecto, sobre todo cuando la presión del hincha por ganar títulos es tan grande como la historia del club, que el próximo año celebrará su centenario.
Manuel Barreto, director deportivo merengue, decía que el próximo técnico debe ser uno campeón, con experiencia, jerarquía y con capacidad de dominio de grupo para dirigir a un club grande como la ‘U’. Usa el mismo discurso de todos los años y cuyos resultados han sido los mismos desde el 2013. Describe el perfil del técnico tan igual como en anteriores ocasiones, pero no ve más allá de eso. Tal vez es momento de cambiar el chip, porque lo que ahora necesita la ‘U’ es alguien identificado con la institución.
Se habla del uruguayo Jorge Fossati, entrenador de 70 años y con un currículum envidiable (dirigió antes a las selecciones de Uruguay y Qatar), a quien ya fueron a buscar años atrás para ofrecerle el cargo sin concretar nada. Eso sí, esta vez la situación es diferente, porque el técnico está libre y nada le impide aceptar las condiciones que plantea el club. Sin embargo, su acercamiento a Ate divide a los hinchas y abre el debate sobre idoneidad al mando del plantel merengue. ¿Es el candidato más acertado a largo plazo o es el salvavidas momentáneo para salir de este mal presente? Solo Barreto y Ferrari tienen la respuesta.
Por el momento es Jorge Araujo quien tomará el fierro caliente -al menos- por los próximos dos partidos, los cuales serán determinantes para el futuro deportivo del club. Primero está Melgar y su peor versión desde que Pablo Lavallén asumió el cargo. El cuadro rojinegro no sabe de triunfos en el Apertura y le urge sumar para evitar la hecatombe. Pero a la ‘U’ le importa poco y solo le vale una victoria, porque el hincha ya no tolera más una cuarta derrota. Y luego vendrá Cienciano por la Copa Sudamericana, un duelo que vale 900 mil dólares y en el que está en juego algo más que el honor. En Ate cuentan con ese dinero por clasificar a la siguiente ronda; y si no se consigue, la crisis ahondaría aún más. Lo que viene pinta sombrío y en Ate deben saber que juegan algo más que un simple partido de fútbol.
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