Daniel Osvaldo ya no es jugador de Boca. Los papeles de la rescisión del vínculo todavía no se firmaron, pero es cuestión de horas. Una serie de inconvenientes generados por el delantero colmaron la paciencia del cuerpo técnico y los dirigentes xeneizes. Montevideo fue la gota que desbordó el vaso. Apenas eso. Boca es así. Ni el fixture le juega una buena pasada. Porque anoche, mientras en La Rural se hacía la Fiesta Anual Solidaria, en las entrañas del plantel había que solucionar el tema Osvaldo. Boca parece no tener paz. Ni siquiera en un contexto en el que debería reinar el optimismo, tras el importante empate 1 a 1 logrado en Montevideo frente a Nacional, por la ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores.
Pero fue allí, en Uruguay, donde comenzó el principio del fin de Osvaldo. El estadio y el vestuario visitante del Gran Parque Central fueron testigos del último acto del 9 con los colores xeneizes. El delantero ya no forma parte de la entidad de la Ribera, pese a que tenía un contrato firmado hasta junio de 2017.
¿Qué sucedió? ¿Cuáles fueron los motivos por los que los Barros Schelotto y los dirigentes le pusieron punto final? Según averiguó LA NACION, cuando los DT ingresaron al vestuario, encontraron al delantero fumando. Todo lo acontecido durante el encuentro -sumado a esa situación desafiante- derivó en una fuerte discusión entre él y los Mellizos, quienes después de dialogar entre sí, se reunieron con Agustín Orion, Daniel Díaz y Carlos Tevez para informarles que habían tomado una drástica decisión: "No juega más".
Acto seguido, Osvaldo fue uno de los primeros en salir del vestuario. "En los cinco minutos que jugué me sentí bien", lanzó frente a las cámaras de Fox Sports, con un claro dejo de ironía. El fastidio por no haber sido titular (después de 53 días de inactividad) ya era indisimulable. Y sus dichos fueron la gota que colmó la paciencia del cuerpo técnico.
No tuvo una noche fácil el Nº 9 en suelo uruguayo. Mientras entraba en calor junto a sus compañeros del banco de suplentes, le gritó el gol de Fabra a los plateístas de Nacional, acción por la cual el preparador físico Javier Valdecantos debió pedirle disculpas a los fanáticos locales, que enardecidos reaccionaron de la peor manera: arrojándole monedas y encendedores al jugador.
No conforme con eso, en un córner favorable al conjunto tricolor, Osvaldo amagó a ingresar al campo de juego para interponerse en el centro. Poco después, ante una falta sancionada en contra de Boca, le pegó dos puñetazos al banderín del córner. Ante el llamado de atención del cuarto árbitro, Gustavo Barros Schelotto lo fue a buscar y lo acompañó al banco para correrlo del foco de conflicto. Tenían miedo de que lo expulsaran. Pero el delantero seguía contrariado y le recriminó al asistente que le habían arrojado proyectiles. Tras ese intercambio, el jugador se puso a elongar cerca del banco y recién volvió al sector donde estaban sus compañeros cuando se lo indicó Gustavo. Con un detalle llamativo: mientras todos los suplentes utilizaban indumentaria de precalentamiento de color azul, él vestía una en el que predominaba el color amarillo.
Cuando ingresó por Pavón, Osvaldo se sacó la campera y el pantalón largo, pero escuchó las indicaciones de los entrenadores con un gorrito de lana en su cabeza. Y apenas ocho minutos más tarde, cuando finalizó el encuentro, en lugar de retirarse junto a sus compañeros, el delantero salió solo, a paso firme, rumbo al vestuario. Ni saludó a los hinchas. Esta acción sorprendió a sus compañeros y al cuerpo técnico.
Internamente también molestan su falta de profesionalismo y actitud para encarar las recuperaciones por lesiones (por eso se había distanciado de sus compañeros), además de una exposición mediática que siempre fue mirada de reojo.
El resto es historia conocida: tras un vuelo de regreso cargado de tensión, Guillermo se comunicó con Daniel Angelici, con quien se reunió ayer al mediodía. En un principio el club analizó sancionar al jugador, pero el DT fue claro: no lo quiere más en el grupo. Considera que su presencia es tóxica. Ante ese escenario, la dirigencia no objetó la decisión, por lo que ayer lo licenció por 72 horas. Pero le rescindirá el contrato.
La situación es incómoda para todos. Para el futbolista, que no supo aprovechar la nueva chance que le dio Boca. Para el cuerpo técnico, que comprendió que no había otra alternativa que la decisión tomada, pero que a la vez sabe que se da en un contexto complejo, con el partido de vuelta frente a Nacional apenas a cinco días de distancia. Y para la dirigencia, que suma otro eslabón a su cadena de decisiones desacertadas.
Ya no se lo recuerda a Osvaldo por sus goles. Sumados los dos ciclos (primer semestre de 2015 y 2016), el delantero jugó 21 partidos, con 7 goles, todos en la primera etapa.
Antes del escándalo que se desató en Montevideo, Osvaldo sabía que mañana sería titular frente a Estudiantes. Pero tras la sucesión de hechos que derivaron en su salida de Boca, los planes cambiaron: ayer confirmó que en la noche del domingo asistirá junto a su pareja, Jimena Barón, a la entrega de los premios Martín Fierro.
El club habla de licencia por 72 hs.
Anoche, antes de las 22, el club envió un comunicado de prensa en donde informa que se le dio a Daniel Osvaldo una licencia por 72 hs, por eso no participó del entrenamiento de ayer a la tarde. Allí también dice que la próxima semana se tomará una decisión.