Hablar de más en el fútbol puede ser un arma de doble filo. José Luis Chilavert, diestro en esas lides, supo hacer su carrera dentro y fuera de la cancha engrandeciendo su imagen con su boca y restregándole al resto sus innegables hazañas. Sin embargo, un 8 de mayo de 1997, en el partido de vuelta por los octavos de final de la Copa Libertadores, el silencio se apoderó de él y tuvo que saborear la miel amarga de la derrota ante un club peruano: Sporting Cristal. El equipo, en ese entonces liderado por Sergio Markarián, dio un golpe de autoridad en la cancha de Vélez Sarsfield e hizo que el barrio de Liniers –acostumbrado a atemorizar a todos en Sudamérica, sobre todo en la década de los noventa– experimentara un baño de humildad.
Pero aquel recordado triunfo ‘cervecero’ con gol de Jorge Soto no se gestó el mismo día, sino mucho antes. La previa tuvo condimentos muy particulares en donde Chilavert fue el foco de la atención, con declaraciones que encendieron la polémica e hicieron que los hinchas del ‘Fortín’ creyeran que enfrente no tenían a un rival a su altura. “Soto es un jugador peruano que yo no lo conozco, indudablemente es un jugador que pasa desapercibido. Ha dicho que yo tengo falencias por el lado derecho, tendrá sus razones para decirlo. Ha aprendido a hablar ahora, porque hace bastante tiempo que no hablaba. Estaba metido en un sótano, ya nos vamos a ver dentro del terreno de juego”, había declarado el paraguayo.
Esas palabras fueron el detonante perfecto para que Sporting Cristal visitara el estadio José Amalfitani con los pies bien puestos sobre la tierra. Markarián, líder y estratega, arropó a los suyos y no permitió que cosas externas los desenfocaran del objetivo. Y más porque cinco días previos Alianza Lima les había ganado por 5-4 en el torneo local. El ‘Mago’ sabía que, además de las declaraciones de Chilavert, su equipo tendría a la prensa encima para preguntarles por la derrota en Matute. “Markarián, inteligentemente, habló con los dirigentes para tomar el primer vuelo a Argentina, sin escuchar todas esas cosas que se podían decir después del partido. Veníamos de empatar en casa, después jugamos con Alianza. Lo que no quería Sergio en esos momentos era que todo se volcara en la derrota ante Alianza”, nos cuenta Miguel Rebosio, titular en la zaga ‘celeste’ frente a Vélez.
El partido fue trabado, con el equipo argentino dominando el trámite y contando con las aproximaciones más peligrosas. Sin embargo, el plan del ‘Mago’ Markarián funcionó y sacó un as bajó la manga para que todo cambiara en el segundo tiempo: ingresó Adrián Czornomaz por Alfredo Carmona. El gol del 0-1 no solo se explica en la velocidad de Jorge Soto y la precisión del ‘Pirata’ para asistirlo, sino también en el convencimiento de un plantel que nunca se supo inferior a su rival, por más que llegara con el cartel de ser uno de los mejores de Sudamérica o tuviera en su nómina a uno de los mejores porteros de la historia. El futbolista peruano, muchas veces minimizado por la escasez de buenos resultados, se agrandó aquel jueves e hizo de las suyas en el barrio de Chilavert.
La respuesta de Garay y la ‘magia’ de Dios
Cuando se consumó la victoria de Sporting Cristal, los ánimos siguieron caldeados de ambos lados. Pedro Garay –el guaraní que llevaba la cinta en el equipo ‘celeste’– fue uno de los más eufóricos en los festejos y sacó a relucir su temperamento para gritárselo al propio Chilavert. El ‘Pelado’, que había tenido un partido correcto en el centro del campo, se acercó a su compatriota para dejarle un recado en nombre de sus compañeros que estaban con sed de revancha. “Nadie quita que Chilavert haya sido uno de los mejores arqueros del mundo. Su temperamento, su forma de llevar a su equipo, es parte del fútbol. Me acuerdo que el ‘Pelado’ Garay le dijo: ‘para que veas que el fútbol peruano existe’”, nos revela Rebosio.
El final emotivo de esta historia se grafica en los puños al cielo de Sergio Markarián y el abrazo eterno con Julinho. Las palabras que dijo el técnico ‘charrúa’ encerraban un mensaje religioso y de fe, pero siendo consciente que todo lo que pasó aquel 8 de mayo de 1997 en el Amalfitani, fue por obra y gracia del esfuerzo de sus jugadores. “Bien, Julio, carajo. Gracias a Dios, Julio. Démosle gracias a Dios, Julio”. soltó el ‘Mago’ con un evidente rostro de emoción.
Han pasado 26 años desde aquel triunfo ‘celeste’ sobre Vélez Sarsfield y hasta hoy el recuerdo perdura. A lo largo de la historia los clubes peruanos solo han ganado seis veces en suelo argentino por Copa Libertadores y esta es una de las más memorables, por cómo se dio, por todo lo que se dijo de Sporting Cristal y por cómo un plantel convencido de si mismo se hizo grande en Liniers. Rebosio nos cuenta que pocos creyeron en este equipo, pero finalmente el tiempo les dio la razón: “Fue algo impensado por mucha gente en Perú. Nadie dio un sol por nosotros. Desde ese partido creo yo, fue que dijimos que sí se puede, que se puede avanzar. Uno tiene que jugar los partidos y afrontarlos”. Quizás esa sea la clave: creer. Creer como Markarián, Soto, Balerio, Czornomaz, Garay y compañía.
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