Bien dicen que el fútbol es de momentos. Y en Perú, más que nunca. En un país que no está acostumbrado a grandes logros internacionales y que se conforma muchas veces con lo que se consigue a nivel local, existe esa incongruencia en cuanto a los objetivos y cómo se logran estos dentro de una cancha. Esto hoy lo vive Alianza Lima, el vigente bicampeón nacional y que hace unas semanas se llevó con cierta comodidad en Torneo Apertura de la Liga 1 Betsson de la mano de Guillermo Salas. El equipo de La Victoria, además, es el líder del Acumulado y eso lo convierte en el principal candidato para alcanzar el ansiado tricampeonato a final de año. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro y parece que, en el fútbol peruano, menos.
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El fracaso que significó la participación en la Copa Libertadores dejó una herida profunda en un sector de su hinchada blanquiazul. Suena duro la palabra fracaso, pero lo fue. Así como los números a nivel local respaldan, y con mucho crédito, la gestión de ‘Chicho’ al mando de este plantel, a nivel internacional quedó con una deuda enorme. Porque, tras ganarle la final a Melgar, se empezó a diseñar el plantel 2023 con dos objetivos: el tricampeonato local y trascender fuera de nuestras fronteras. Mantuvo la base del año pasado y le sumó jugadores de primer nivel, como los habituales seleccionados Christian Cueva, Carlos Zambrano y Gabriel Costa, además de los internacionales Andrés Andrade y Pablo Sabbag.
Por eso se esperaba, por lo menos, un nivel de competencia más alto de lo que finalmente se vio. Alianza Lima quedó eliminado a falta de una fecha y ni siquiera pudo alcanzar el pase a los PlayOff de la Copa Sudamericana, algo que sí logro Sporting Cristal en un grupo igual de complejo y con un presupuesto menor en su plantilla. El golpe dolió en su orgullo, y más tras un inició que ilusionó bastante. Empatar con Paranaense y ganarle a Libertad en Asunción hizo pensar que, por fin, cambiaría la historia internacional blanquiazul. Algo que no sucedió y fue superado en los siguientes cuatro partidos (dos en Matute), aunque sin pasar un papelón. Para algunos esto fue un primer paso, para otros no.
Porque si solo nos guiamos por los números, la gestión de Guillermo Salas es casi sobresaliente desde que llegó. En Matute se volvió invencible a nivel local (suma 15 triunfos y 1 empate) y supo ganar más puntos de visita para llevarse un Apertura que fue inobjetable desde cualquier punto de vista. Le sacó siete y ocho puntos a Cristal y la ‘U’ y eso que un partido lo perdió por WO. Ganó cerca del 75% de puntos que disputó en Liga 1 este año. ¿Cómo es posible cuestionar a un técnico o la forma de jugar con esos números? Pasó en 2017 con Pablo Bengoechea, quien fue capaz de lograr lo que no había podido cualquier otro entre 2007 y 2016: campeonar. “El merecimiento en el fútbol es el resultado”, alguna vez dijo en una conferencia de prensa ante la consulta del nivel que mostraba su equipo, que tal vez no gustaba, pero ganaba. Sí se ha notado un bajó en este Clausura, donde sumó siete de doce puntos y en parte, también, es por la seguidilla de lesionados que no le han permitido a Salas darle continuidad a su propuesta de juego. Porque se habla y escribe mucho sobre el plantel, pero hoy ‘Chicho’ completa el banco con juveniles sin experiencia. El club, hasta el momento, no dice nada al respecto sobre este extraño caso de los ‘soldados caídos’.
Otra frase futbolera dicta que al campeón no se le cuestiona. Como pasó en 2021 con el argentino Carlos Bustos y en 2022 con Guillermo Salas. Cada uno, a su estilo, supieron poner a Alianza Lima en lo más alto a nivel nacional. Para el hincha promedio, de cualquier equipo peruano, es suficiente para estar contento y poder decir que su equipo es el mejor de todos. La deuda de ambos técnicos, y de la mayoría de los que pasaron en Matute en los últimos tiempos, fue siempre la internacional. Pero tal vez la única y más rescatable actuación blanquiazul en la Libertadores fue en 2010, de la mano de Gustavo Costas y que fue capaz de meterse en octavos de final tras golear, incluso, al vigente campeón copero como Estudiantes de La Plata. Pero en Perú ni siquiera disputó la final nacional, acumuló cuatro años sin dar la vuelta olímpica y hubo más caras largas que satisfechas.
“Lo que importa es ganar”, “prefiero jugar mal y campeonar a jugar bonito y que otro se lleve la copa” o “ganar como sea”, son algunas premisas en los hinchas del fútbol en nuestro país. Y es, hasta cierto punto, entendible y válido. Si vemos el caso de Universitario de Deportes, que lleva nueve años sin campeonar, seguramente al 99% de sus hinchas no les importará el cómo, siempre que logren romper esa terrible racha. Porque este pensamiento no solo es de un equipo, sino de la gran mayoría (por no decir todos), en nuestro país. Tal vez el hincha de Sporting Cristal es un poco más exigente que los demás y, tal vez también, porque es el que más ganó en los últimos años (cinco títulos en los últimos doce años) y espera un salto de calidad de su equipo. Pero, como siempre, los resultados terminarán pesando por encima de todo. No hay mal que dure mil años, ni equipo sin título que lo resista.
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