Mohamed Ali, considerado por muchos como el mejor boxeador en toda la historia, dejó de existir el último viernes tras ser víctima de una fuerte infección respiratoria. El oriundo de Kentucky (EE.UU) tuvo un gran legión de admiradores en todo el mundo y de manera especial, en el Perú.
El recibimiento. El 18 de setiembre de 1971, Ali arribó al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Lucía una guayabera color humo, pantalón azul y zapatos negros. Firmó autógrafos a cientos de fanáticos y en todo momento lució muy sonriente.
Fernando Duarte, presidente de la Federación Peruana de Boxeo, fue a recibir en persona al púgil, quien llegó a tierras peruanas junto a su entrenador Angelo Dundee, su sparring Al Johnson y el apoderado peruano Álex Valdez.
Cassius Clay, que así se llamaba realmente Ali, se hospedó en el Hotel Crillón y antes de su esperada pelea, tuvo el tiempo necesario para comer un rico pollo a la brasa y asistir al Coliso de Gallos en Mamacona.
En conferencia de prensa, generó las carcajadas de los presentes al comparar a su país con el golpe de uno de sus más grandes rivales: “Le temo más a los impuestos del gobierno de mi país que a la zurda de Joe Frazier”.
El día esperado. Tres días después de su llegada al Perú, Mohamed Ali se presentó en un cuadrilátero montado en el Estadio Nacional para luchar en 10 asaltos ante Al Johnson y ante el peruano Guillermo ‘Willy’ De la Cruz (5 rounds con cada uno).
Al ser una velada de exhibición, no hubo mayores incidencias que reportar. Ali y el peruano De la Cruz intercambiaron algunos buenos golpes, pero al final terminaron confundiéndose en un emotivo abrazo.
Los efectivos de la Policía Nacional del Perú tuvieron que redoblar esfuerzos para evitar que el público ingrese al cuadrilátero. Aquella noche, Ali se despidió del Perú y 3 años más tarde derrotaría a Joe Frazier.