La implementación del VAR ha sido de manera progresiva en la Liga 1, intentando cumplir con los estándares mínimos que exige el protocolo de la FIFA para el uso de la tecnología. Si bien estamos lejos de compararnos con el fútbol de élite, donde hay un despliegue impresionante de 16 cámaras de alta calidad dentro del estadio para captar todos los detalles del juego, la discusión no está en la necesidad del VAR, sino en la manera de usar este recurso para hacer justicia a pesar de sus deficiencias. Y aquí existe un problema, porque no siempre fue así. ¿Por qué?
No es difícil voltear la mirada hacia atrás y encontrar casos en los que el VAR (o quienes lo manejan) cometieron errores: faltas que merecieron ser expulsiones, cobros mal hechos que incidieron en el juego y penales que abren la polémica se han visto en la Liga 1. Y, cuando hay injusticia, un equipo sale perjudicado y el otro favorecido. Todos los clubes de la Liga 1 han experimentado eso, pero la magnitud se eleva a la potencia cuando de por medio están Alianza, Universitario o Cristal, precisamente, quienes pelean por el título nacional.
Lo que pasó en el Cristal-Municipal no da pie a las interpretaciones. Yoshimar Yotún debió irse expulsado por esa fuerte entrada contra Alberto Ampuero, pero le mostraron una amarilla y el VAR no corrigió ese error en el momento. Al final, Yotún terminó siendo decisivo en el partido porque le cometieron el penal y fue quien anotó el gol de la victoria. ¿El capitán celeste tiene la culpa? Para nada. Queda claro que la responsabilidad es de quienes están en la cabina del VAR y, se supone, se apoyan en la tecnología para hacer justicia. Después, la Conar (Comisión Nacional de Árbitros) publicó un video reconociendo su equivocación; pero ya el partido se jugó.
Entonces, el ideal es reducir el margen del error al mínimo para que la balanza esté equilibrada. Después de 60 días de su estreno, el VAR tiene que mejorar, pero no desde su material; sino desde lo empírico. Revelar los audios de las conversaciones entre los asistentes VAR y el juez principal sería un punto de inicio, porque no solo transparenta la polémica, sino que sirve como autocrítica para los propios árbitros. Saber en qué se equivocaron y por qué les permite corregir los errores y mejorar. A ello, sumar la constante capacitación como complemento de lo que ya se hace bien. Si en dos meses la sensación generalizada es la misma, algo no se está haciendo bien. Y eso es clave cambiarlo.
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