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Para lo único que hay tiempo es para repensar los tres partidos. Y mirar a la Argentina de Messi como ese partido clave para volver a empezar. Yo, que pertenezco al segundo grupo, miro la Eliminatoria como lo que es, una maratón y no una carrera de 100 metros. Eso sí, con terrible preocupación.
La idea
Jugados tres partidos de Eliminatorias, sumado apenas un punto, y ya ensayado el plan de Juan Reynoso con el equipo en 11 encuentros -4 triunfos, dos empates y 5 derrotas-, habría que decir que Perú, más que defensivo, es inofensivo. Su plan de juego implica tener dos líneas de cuatro muy sólidas, que eviten fisuras, ocho hombres elegidos a partir de las mejores condiciones físicas las horas antes del partido. El cero le suma. Por eso Tapia fue back contra Brasil, por encima de otros hombres hechos para el puesto. Por eso no juega Callens, aunque haya participado en Grecia de 4 partidos en 25 días. Y aunque resiste, y puede pasarse 60, 70 minutos atrincherado cerca de Gallese, el equipo se nota incómodo, contenido: amarrado en una camisa de fuerza. Se deja golpear y golpear y solo cuando acusa recibo y anda groggy, sale disparado a intentar alguna contra, algún zigzag, algún centro. Y a veces o ya es muy tarde -como ante Brasil a los 88′- o la atención ya no es la misma -como en los dos goles chilenos-.
Defenderse es, por supuesto, un plan. Reynoso cree mucho más los cerrojos de la ferretería que en la fábrica de chocolate. Bilardo sabía que lo más importante era la disciplina táctica para protegerse y así salió campeón del mundo, pero sabía que debía atacar. El problema es solo jugar a eso. Perú nunca será Uruguay, su sensibilidad le exige otra cosa. La deuda está aquí. Paolo Guerrero lo dijo mejor: “No jugamos, nunca nos encontramos”. Categórico.
Los jugadores
El mejor Perú de los últimos ocho años se sostuvo siempre en seis futbolistas notables, que alcanzaron la élite y fueron al mundial. Dos de ellos ya no están -Cueva y Flores-, uno tiene 39 años -Paolo-, el otro 33 -Yotún- y solo dos de ellos conservan intacto el perfil que se necesita para ganar un partido. Hablo de Tapia y Gallese. La selección de Reynoso está construida en esta columna, y ni los esfuerzos por tener algo parecido a un recambio elevan la categoría de un equipo predecible, cansado, y, sobre todo, sin la sorpresa ni la impronta de otros tiempos.
¿Es posible pensar en una reacción desde el comando técnico y la inclusión en serio de futbolistas como Grimaldo o Reyna y no como alternativas faltando 20 minutos? ¿Es una locura o es urgente, pensando en que aquella Generación Rusia 2018 no llegará en reales condiciones de competir cuando en 2026 termine la Eliminatoria? Los ajustes tienen que hacerse ahora, que recién se jugaron tres fechas y ese horrible noveno lugar puede remontarse. Ajustes son locuras, pensando -sigo pensando- que es mejor tener un 0-0 ante Argentina el martes que acabar la noche con una calamidad.
El gol
Tres partidos y solo dos remates al arco. Ninguna opción de gol en Brasil. Ninguna clara con Chile. La crueldad de los números en ataque de la selección es una llamada de atención urgente, que nos obliga a repensar si la única opción del equipo es depender de un milagro o, lo que es lo mismo, un geométrico remate de Paolo Guerrero (que tiene 39 goles con la selección pero no anota uno desde hace tres años). Los extremos no funcionan, Yotún es abordado con facilidad y los jóvenes atacantes de la lista son solo eso, parte de la lista. El peor registro ofensivo de Sudamérica, jugadas tres fechas de Eliminatorias -cero goles- esconde un matemático conjuro que durante décadas fue una maldición y parecía conjurada. Al mundial se va con goles. Aunque sea goles ganados en mesa.