- Luis Cruz López
- Redactor
Y tras la final de, digamos, la Copa Libertadores, un niño con la camiseta de River Plate dejó a un lado su celebración, esa euforia de ganar el máximo título continental. Miró a un aficionado mayor que él. Un joven que minutos antes cantaba sin parar en favor de su equipo. Mientras observaba la camiseta azul y oro de su rival de siempre, se acercó para consolarlo, abrazarlo y decirle que no se preocupe, que solo es un partido y nada más. Y todo culminó con un abrazo, como entre amigos.
Suena como una gran utopía. Un hecho imposible de observar en Sudamérica. El Boca vs. River es el ejemplo. Es difícil imaginar una situación parecida en un Argentina vs. Brasil, Perú vs. Chile o Flamengo vs. Fluminense. O en cualquier clásico en esta parte del continente. Tanto por los dos personajes como por el escenario en donde se produjo tan conmovedor gesto.
Y es que, en primer lugar, resulta inverosímil que hinchas rivales en una final disfruten de un partido en un mismo espacio. Probablemente, un gran cordón policial los separe. O como sucede hoy en día, se juegue solo con hinchada local. Nadie quiere problemas. El fútbol poco a poco fue haciéndose sinónimo de violencia tanto dentro como fuera del estadio. La pasión por tu equipo impide en muchas ocasiones dejar de ver al rival como a un enemigo. Preferimos evitar problemas y no tener que entrar en la fatiga de buscar soluciones.
Probablemente ese niño mire el llanto rival y se acerque a mofarse. Así sucede. A veces se disfruta más la burla hacia el cuadro perdedor que el triunfo del propio equipo. Probablemente la nobleza del niño lo haga acercarse a brindarle palabras de aliento a su rival, pero resulta poco creíble que el aficionado que tanto cantó en contra de los colores que viste acepte su consuelo.
Se recalcó como la grandeza que tiene el fútbol la emoción que causó en muchas personas, el gesto de dos hinchas rivales abrazados. Pero también tiene que ver lo inusual de la situación. El fútbol une, humaniza. Por momentos saca lo mejor de cada uno. Sin embargo, como se ve día tras día y noticia tras noticia, en muchos otros lugares, vuelve a muchos hinchas irracionales. Separa y se sufre.
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