18/05/2024

“Ni el Perú ni el Paolo de hoy son los que fueron”: un análisis urgente sobre el 9, que sueña con un campañón de Vallejo en la Sudamericana [VIDEO]

Hace 2 meses

Eran otras épocas para Paolo. Comenzaba a ser figura en el equipo B del Bayern de Múnich y los comentaristas lo llamaban ‘Depredador’. En el Perú todos los querían, aún no se había peleado con Carlos Álvarez ni con Magaly. Desde hoy y todos los miércoles, la columna de Renato Cisneros en DT El Comercio.

Eran otras épocas para Paolo. Comenzaba a ser figura en el equipo B del Bayern de Múnich y los comentaristas lo llamaban ‘Depredador’. En el Perú todos los querían, aún no se había peleado con Carlos Álvarez ni con Magaly. La hinchada nacional esperaba que fuese mejor que Claudio Pizarro –con quien se le comparaba mañana, tarde y noche–, y que se convirtiera en el líder de la clasificación al Mundial (objetivo que recién se concretaría catorce años después, en gran medida, gracias a Guerrero, su capitán).

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Pero aquel Perú que vio debutar a Guerrero con la selección también era otro país. El prófugo Fujimori se daba la gran vida en Japón y Alejandro Toledo era el huésped de Palacio (hoy el primero pasea por el Jockey Plaza y lanza mensajes por TikTok, mientras el segundo vegeta en un calabozo de Barbadillo). En el 2004 los titulares de los diarios hablaban de conflictos sociales, del Caso Bavaria, de las firmas falsas del partido de gobierno y de casos de corrupción que tenían como actores estelares a hermanos, sobrinos y cuñados del presidente, cuya popularidad naufragaba cerca del 10%.

Esos escándalos, sin embargo, importaban poco en aquel Perú que no dejaba de crecer económicamente. Era un país que bailaba La Gasolina de Daddy Yankee y aplaudía en vivo los boleros de Luis Miguel. Un país que celebraba las peripecias de Sofía Mulánovich sobre las olas de Hawái y la técnica de Akio Tamashiro en el tatami de Monterrey. En la televisión, la serie Mil Oficios no tenía competencia, y las chicas bailaban en tanga en el programa de Janet Barboza. Estábamos jodidos, sí, como antes, como siempre, pero no tanto.

Ni el Perú ni el Paolo de hoy son los que fueron. Con cuarenta años encima, al borde del retiro, contratado en Trujillo con melodrama de por medio, y con el pulgar debajo de un sector de la afición que lo considera un engreído, el jugador pugna por darle a su carrera un desenlace a tono con su brillante trayectoria. Por lo pronto mañana debuta en la Sudamericana. Vestirá la 9 y saldrá a la cancha con el pelo pintado de rubio. Hasta sus críticos y sus ex novias estará pendientes.

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