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Sin embargo, el favorito es Cristal. Puedo imaginar a la U goleando a Los Chankas en el Monumental por cuatro goles, o incluso más, pero no imagino a Cristal empatando con Comerciantes Unidos en Cajabamba, una plaza donde antes ya ganó.
Como en toda instancia decisiva, el rendimiento ofensivo será crucial, y en ese ítem la ventaja es largamente celeste. Los rimenses poseen el récord de goles del campeonato (cuarentaitrés, diez más que el segundo, Melgar), en cambio el ataque de Universitario, al menos en las últimas semanas, ha funcionado gracias a sus volantes más que a sus delanteros (que no marcan desde el 29 de abril). Alguien podría alegar que la U tiene la mejor defensa, y es verdad, por lejos, pero este sábado toca ser eficaz en el área de enfrente, no en el terreno propio.
Si la obtención del torneo acaba decidiéndose por diferencia de goles a favor del equipo de Enderson Moreira, será también un triunfo dirigencial de Cristal: fue mucho más negocio adquirir al uruguayo Cauteruccio, que venía de actuar en Argentina y ha resultado letal en un medio como el nuestro, que haber contratado al argentino Dorregaray, que venía de jugar en Chipre y que en dieciséis partidos solo ha convertido cuatro veces, muy lejos de las casi veinte celebraciones que lleva el Killer cervecero. Ambos deben cobrar alrededor de ¿25 mil dólares mensuales?, pero no hay comparación entre sus índices de rentabilidad.
Igual, como le toca a cualquier hincha, mantengo intacta la esperanza. Esto es fútbol, no geometría del espacio, y ya sabemos que en un desenlace como el de este fin de semana intervienen el contexto, el poderío, la banca y la estrategia, pero también la garra, la fortuna, el pasado de cada camiseta. Si miro la pizarra, lo gana Cristal. Pero si pienso en la historia, la Copa es de la U.
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