ANÁLISIS: Con Lapadula sin socio ideal y un Grimaldo atrevido: el UnoxUno de un Perú que llega a la Copa con siete posiciones en deuda
Tampoco para Gareca va a ser sencillo encontrarse con Perú. Fue una ex importante. Una novia que lo marcó, con la que hizo todos los planes que puede trazarse una pareja que espera compartir el futuro. Además, él no terminó la relación, y ya se sabe que quien recibe la noticia de la ruptura siempre queda más dañado que quien la comunica. Gareca hubiera preferido seguir con Perú, sus sentimientos estaban intactos y soñaba con tener otra Luna de Miel como la de Rusia. Pero algo salió mal, algo no funcionó.
Luego del incidente de Qatar, Perú se llenó de dudas, tuvo una crisis existencial, se confundió y se apresuró en romper sin dar la cara. Mal. Se portó mal. Al poco tiempo se arrepintió y mostró cierto interés en retomar la relación, pero ya era tarde. Por eso el reencuentro del viernes va a removerlos a los dos: hay sentimientos que no han sido del todo depurados.
Seguramente se saludarán con diplomacia, quizá hasta con algo de cariño, pero tendrán que mantener su distancia. No olvidemos que Perú no llega sola a la fiesta de la Copa. Ahora tiene a su lado a un hombre mayor, experimentado, elegante, ningún tonto. El ‘Nonno’ Fossati. Perú extraña en secreto a Gareca, pero respeta a Fossati. El viejo está enamorado hasta el tuétano de Perú, así como Chile está templada como chiquilla de Gareca, pero ambos saben que su amor es correspondido a medias. Saben que los ex novios todavía se piensan el uno al otro, que hay muchos recuerdos compartidos, muchas noches de felicidad, y que a veces se lanzan indirectas por las redes.
Pero ellos están decididos a darle vuelta a esa página: Chile quiere que Gareca se olvide de Perú y Fossati necesita que Perú se olvide de Gareca. Tienen que impedir que renazca el fuego. Lo mejor que podría pasarle a Perú el próximo viernes es que Gareca se ponga nervioso, que vea a Cueva, a Gianluca, a Advíncula y se le mueva el piso. Si eso ocurre, Chile podría montar en cólera y hacerle una escena de celos. Eso sería glorioso. Sería dulce. Sería un subidón. La pista quedaría libre y quizá Fosatti se anime a tomar al Perú de la cintura y hacerlo bailar, si no un merengue, al menos un bolero. El asunto es bailar. Y bailar bien. Para que el ex vea que has aprendido a divertirte sin él.