La facultad de discrepar con respeto es un don que poseemos los seres humanos y es la mejor expresión de nuestro raciocinio. Discrepamos todos los días acerca de gustos, formas, colores, filosofías de vida e incluso sobre hechos comunes y silvestres como el fútbol, una pasión simple y compleja a la vez. Ese pensar diferente a otros no resiste maniqueísmos, no nos hace buenos o malos ante los demás. Tampoco nos convierte en enemigos de tal o cual persona aunque algunas pretendan verlo así. Y mucho menos, lo más importante, nos debe hacer acreedores a descalificaciones del más bajo calibre en el terreno personal que es precisamente aquel en el que nunca incurrimos cuando opinamos sobre la labor de quienes le dan vida al fútbol, a pesar de que en más de un caso no sería muy complicado ‘devolver la gracia’.
Roberto Chale en los últimos días, y respaldado en dos victorias consecutivas no muy trascendentes si miramos los colores de las camisetas que venció, ha pensado equívocamente que tiene ‘licencia para matar’ en el plano moral a quienes tenemos la poca suerte de percibir que su trabajo este año no rinde los frutos de excelentes temporadas anteriores, que hubo dirigentes que le buscaron reemplazo y que hay jugadores en su esquema que, a nuestro modesto entender, no van ‘ni para atrás ni para adelante’. Así, alegremente, el gremio periodístico (caja de resonancia gratuita de sus chistes y majaderías) es poseedor involuntario en tiempo récord de calificativos pintorescos como ‘dateros’, ‘pseudoperiodistas’, ‘animales’, ‘tarados’, ‘mal vestidos’, ‘pichiruchis’, sin contar aquellos dados ya con nombre propio (en ciertos casos a prestigiosos colegas) que son francamente irreproducibles y que incluso involucran a familiares cercanos a los aludidos. Para apelar a tal expediente, Chale ha hecho abuso indiscriminado de cámaras de TV, de confianzas sostenidas con esfuerzo dentro de su club. Olvida además que quien considera que el mundo está en su contra es porque ya no alcanza a percibir que es él quien se puso contra el mundo. Contrariamente a lo que espera, no sugerimos su remoción. Sería iluso. Esperamos en él un cambio de actitud, de estilo, a tono con lo grande que es la ‘U’.
Aquel a quien muchos llaman ‘El Maestro’ debe empezar por entender lo que es encontrar la clase...
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