El empate lleva su nombre. Y la razón por la que Sebastián Rodríguez pasó la noche sin poder dormir, su apellido. Diego Enríquez, que pagó derecho de piso con un 2023 trepidante en Binacional, fue la principal razón para que este Sporting Cristal de Guillermo Farré no se vaya a casa con cero puntos. El uno salvó el cero con una atajada en el ocaso del partido, para coronar una faena en la que además le tapó un penal a ‘Bigote’.
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Pero incluso un colosal Enríquez no alcanza si la idea es ganar el partido. Y ahí Farré padeció de mejores ideas y alternativas para llegar al arco de Ángelo Campos, bien custodiado por un agresivo -en exceso- Carlos Zambrano, junto a Erick Noriega y Renzo Garcés. La intensidad, el vértigo y la dinámica con la que se jugó, inusual para un partido de nuestro torneo local, también indujo al error y a la inconsistencia en los metros finales. Tanto, que como era de esperarse, la frustración terminó convirtiéndose en duelos físicos que llevaron a que casi se termine con una pelea a manos.
Soso resultó astuto y supo neutralizar a un Cristal que se abrumó al ver a su goleador Cauteruccio dominado. Eso sí, la inesperada salida por lesión de Hernán Barcos, goleador íntimo, debilitó el ataque de Alianza, que con Matías Succar y el ingresado Pablo Sabbag, fue muy ligero en ataque. Pese a eso, los blanquiazules se las arreglaron para llegar al arco de Henríquez en hasta tres claras ocasiones.
Christofer Gonzales, que aunque jugó mejor que en varios partidos con Universitario, no dio señales de ser el ejecutante ideal para una ofensiva que necesitaba más dinámica y un traslado agresivo en los últimos metros del campo. Luis Iberico, el otro fichaje de Farré, tampoco se mostró como una solución notable para complicar con acierto el área íntima. Con esas falencias para tentar un mayor peso ofensivo, y teniendo a Cauteruccio anulado posicionalmente por la línea de tres íntima, el único que por ratos encontraba un hueco para hacer daño era Santiago González, insistente, atrevido, pero destinado al agotamiento al faltarle mejor compañía para finalizar las jugadas de riesgo.
“Tuvimos posesión porque el equipo rival se replegó para salir y atacar espacios vacíos. Es por eso que, con menos pases y posesión, el rival puede llegar a tener mayores posibilidades. Nosotros todo el partido tuvimos que atacar con menores espacios. Aún así tuvimos el control del partido, la intención de atraerlos más a nuestra área. El partido estuvo muy trabado, muy exigido”, fue la explicación del técnico rimense sobre la dinámica del partido. Y es cierto, la vehemencia con la que se jugó hizo aún más complicado que las ideas fueran claras con la pelota.
A Cristal le costó. Y mucho. Más en ataque, pero también en la zona defensiva, donde quizá el punto más bajo haya sido Franco Romero, muy inseguro en el arranque del partido y con varios errores no forzados en salida. Además, fue el protagonista en el penal a Matías Succar. Su rol es clave y su responsabilidad todavía mayor, ya que tiene la difícil tarea de hacer olvidar a Ignacio da Silva, tal vez el mejor extranjero celeste en la temporada 2023.
Quien sí estuvo más sobrio y correcto para la marca fue Gianfranco Chávez, que además tuvo a un eficiente Pasquini anulando el peligro por su lado izquierdo y a un Lora que le costó entrar en el partido, pero que terminó siendo importante para trepar al ataque en buena combinación con González. Pretell, que hacía un buen partido, tuvo que salir por lesión, para dar el ingreso a Távara, que no lo hizo mal.
Pero junto a Henríquez, el otro gran responsable de que el duelo termine empatado fue Gustavo Cazonatti, quien se multiplicó en el mediocampo, recuperó, gestó y metió la pierna fuerte cuando fue necesario. Fue el eje para contener el juego blanquiazul. Maxloren Castro y Jostin Alarcón, los otros dos cambios de Farré, tampoco terminaron siendo una solución para la gesta ofensiva.
Cristal encontró los argumentos para contener al equipo de Soso, pero padeció de las variantes y el replanteo necesario para encontrar más claridad en los últimos metros. El punto, por las circunstancias del partido, puede resultar hasta meritorio, pero era un partido clave, de local, y en el Rímac se entiende que había que ganarlo como sea ante un rival directo como Alianza Lima.