ANÁLISIS: “Alianza Lima necesita a Guerrero y él necesita al club”: Análisis de la posible llegada del ‘9′ a Matute y en qué posición sería más útil
El delantero, sin duda, interpreta a ese el último vestigio de héroe masivo con el que comulgan todos aquellos que han seguido -padecido y celebrado- a la selección peruana en este siglo; y donde también están los otros, esos que desde que vieron al Depredador irse a Alemania para hacerse un nombre en el Bayern Múnich, se quedaron con la espina clavada de no poder verlo debutar en el equipo del pueblo.
Ya con 40 años, el delantero que se resiste a la jubilación futbolística tiene una última oportunidad para, por fin, decir adiós por la puerta grande y cumplirle el sueño a la mitad del país más uno: Alianza Lima. Nadie lo ha dicho, pero todos lo presienten. Más de dos décadas después, el sueño puede verse cumplido.
El capitán vitalicio de la selección peruana vive sus descuentos en el fútbol profesional y aunque todavía es autor de una avalancha de suspiros y sobresaltos cuando sale a las calles, ni sus constantes cambios de look ni su impecable estado físico, han podido evitar que sus dotes de artillero se vean diezmados por el inexorable paso del tiempo.
Abrumado por el fiasco que significó su paso por el club César Vallejo y la inversión de tiempo (todo el Apertura y parte del Clausura) que implicó su fichaje fallido, Paolo Guerrero parece destinado por estos días a, finalmente, ponerse la camiseta de sus amores en Alianza Lima, el líder absoluto del segundo torneo del año y uno de los principales candidatos a disputar el título nacional en un año que se presume especial por el Centenario de su máximo contrincante, Universitario. La trama perfecta para un final de película. El último héroe lidiando con la celebración máxima del histórico oponente. Parece broma, pero es nuestra queridísima y variopinta Liga 1.
¿Pero para qué llega Paolo Guerrero a Alianza Lima? Restringidos al frío análisis de los números, el Depredador pasa posiblemente por uno de sus peores momentos deportivos. Ha jugado poco y no ha marcado mucho. Esto último es un dato no menor, puesto que en las últimas temporadas ha dejado de ser un delantero que se caracterice por un volumen considerable de goles. Eso sí, su amplia experiencia y jerarquía ganada a pulso durante muchos años en el fútbol, hacen que su puesta en escena dentro del campo necesariamente preocupe a los defensas rivales. Es un veterano de guerra quemando sus últimos cartuchos.
Más propenso que nunca a las lesiones, con un rango de movimiento reducido por la pérdida de elasticidad natural de la edad, Paolo Guerrero se las sigue ingeniando desde la intuición y la pericia para saber dónde ubicarse y cómo dosificar su extrema finura su explosión de energía en el campo. Producto de esto es que supo triunfar en el LDU de Quito, equipo ecuatoriano con el que ganó la Copa Sudamericana.
¿Cuál es la diferencia entonces entre el Paolo ejecutor y bien ubicado de LDU y el Paolo que se cansó de renegar y fastidiarse en César Vallejo? Parece obvio, pero es el equipo. Mientras que en el cuadro ecuatoriano había un plantel bien distribuido y con varias figuras en estado de gracia, lo que permitía que Paolo centrara el máximo de sus esfuerzos principalmente en los últimos metros de la cancha; en César Vallejo eran pocas las ideas y decisiones correctas que comulgaban con el buen juego. Producto de esto, Paolo se veía forzado a alejarse del área, induciéndolo a un recorrido mayor y por tanto, más desgaste físico que con el paso de los minutos, lo dejaba fuera de forma para los instantes decisivos.
Paolo Guerrero ha sido la máxima figura en el ataque de la selección peruana y aunque su destreza haya sido disminuida por lesiones y causas naturales del paso del tiempo, sigue siendo un killer dentro del área, siempre y cuando sea bien acompañado. En Alianza Lima, a diferencia del cuadro poeta, esta condición de rodearse adecuadamente puede verse cumplida con creces.
Mariano Soso juega al protagonismo, con volumen ofensivo y agresividad. Con un equipo muy versátil y de bastante fútbol, donde Hernán Barcos es el principal referente en el área, pero cuenta también con opciones como Pablo Sabbag y Matías Succar, además de un movedizo Kevin Quevedo que puede resultar un aliado vital para generarle las pelotas que tanto disfruta de encajar el nueve.
Como en LDU, Guerrero llega a un equipo cuajado y que funciona dentro de sus principios, además de estar bien encaminado en el Clausura. Bien arropado, Guerrero llega para dedicarse a su oficio: meterla. Dotarlo de buen estado físico, cuidarlo y evitarle el desgaste, puede hacer que Paolo queme sus últimos cartuchos de gran manera. Más allá de todas sus carencias, sigue siendo el delantero mejor dotado del campeonato. Quizá ya no tanto por biotipo o estado físico, pero sí por experiencia. Por eso, si Mariano Soso administra sus últimos días con sutileza y cuidado, Paolo puede hacer de este Alianza Lima, que tanto ha sufrido de definición en los últimos metros con De Santis y Waterman, un equipo más efectivo.
Si algo queda claro, es que por plantel y momento, Paolo no llegará solamente como parte de un homenaje sentimental a quienes siempre quisieron verlo de blanquiazul. Guerrero llega para ser un Depredador jugándose los descuentos al máximo. Con que rinda como su compadre Jefferson Farfán, y que le alcanzó para un título, suficiente.
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