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Pero Miguel no estaba en su cama con los ojos cerrados, aunque seguramente siga pidiendo a sus compañeros que le pellizquen los brazos para saber si lo que hizo en el Estadio Nacional, cerca de las 10:15 p.m. del viernes 11 de octubre de 2024, fue real. El central le dio el triunfo a la Bicolor por 1-0 ante Uruguay y ahora cambió el semblante del Perú entero. Los días de felicidad, de gozar con un partido ganado, han vuelto. Tardaron muchísimo, casi tres años de aquella última victoria oficial (2-0 a Paraguay, también en el coloso José Díaz, en marzo de 2022), pero al fin volvieron.
- Revive el gol de Miguel Araujo:
Y fue un triunfo clave. Para el hincha que, pese a las adversidades, nunca dejó de acompañar; y también para la selección, para el vestuario. Las caras no son las mismas de fechas pasadas. Ya no hay miradas al suelo ni reclamos por alguna desatención. Ahora hay abrazos, sonrisas, festejos. Es cierto, esta vez no estuvieron Cueva ni Lapadula bailando ‘El Cervecero’ de Armonia 10, pero sí Oliver Sonne y su euforia interminable. Fue titular por segunda vez, jugó de interior por derecha y luego de carrilero por izquierda, y fue uno de los puntos más altos. Su “¡Vamos!” a la tribuna occidente mientras iba camino a los vestuario redondeó su gran noche. Su primera gran noche con la Bicolor.
Y en en la puerta de ingreso al vestuario estaban esperando el presidente de la Federación Peruana de Fútbol, Agustín Lozano, junto al Gerente de selecciones, Franco Navarro Mandayo, quienes abrazaron a cada uno de la delegación. Luego se sumó Jorge Fossati, la cabeza del grupo, quien ha decidido darle el protagonismo a sus futbolistas.
Más que felicidad, había deshaogo en cada rostro. Se sufrió mucho durante las ocho fechas sin victorias. De eso sabe perfectamente Carlos Zambrano, el capitán y líder de esta selección. Su cruda sinceridad frente a los micrófonos lo demostró así. Con un parche en el pómulo derecho y una herida en su nariz, el central -la figura ante Uruguay junto a Peña- señaló ante la prensa lo siguiente: “Tuvimos muchas bajas y aún así mucha gente se hizo presente en el estadio, confió en nosotros. Muy poca gente en el país está confiando en nosotros. Dios quiera que podamos darles más alegrías a nuestras familias y a los que vinieron a apoyarnos”. El brazalete en su brazo derecho no está de adorno. Es el guía que necesitaba Perú.
Mientras tanto las palabras de Miguel Araujo reflejan lo que es esta selección: una familia. “Estoy contento y agradecido por el esfuerzo del grupo. Se plasmó lo que trabajamos en la semana, y me emociona más eso que el gol”, dijo. No habló de su primer gol con la Bicolor, ni de su festejo. Se refirió al trabajo colectivo. Van juntos, afrontando adversidades, aguantando golpes. Y ahora, como Sonner al término del partido, celebrando la primera victoria en una de las finales que faltan.