Aunque el escueto comunicado de la FPF no detalla con exactitud el tiempo de permanencia de Ibáñez -lo que más que un error parece ser un detalle adrede, sí advierte que el cargo del exarquero es de director técnico interino de la selección peruana. Es decir, Ibáñez no es asumido en Videna como el entrenador principal de la Bicolor.

Esto último resulta curioso, teniendo en cuenta que Ibáñez, según consultamos en la FPF, ha sido designado para dirigir los seis partidos restantes de las Eliminatorias 2026. es decir, dirigirá -en el mejor de los casos- el mismo número de partidos que Jorge Fossati y Juan Reynoso. El rótulo de interino, sin embargo, podría ayudar a justificar un salario menor teniendo en cuenta el apaleado bolsillo de la FPF luego de dos altas indemnizaciones en un lapso de dos años. También ayuda en caso la fecha de marzo es un desastre y urge, nuevamente, corregir.

Otro detalle: el día que la FPF anunció a Ibáñez se cumplió un mes de la destitución de Juan Carlos Oblitas como director de fútbol de la Federación. El cargo del ‘Ciego’ sigue vacío, como también el de jefe de la Unidad Técnica de Menores que tenía Chemo del Solar, quien renunció antes de realizar una penosa campaña con la Sub 20 en el Sudamericano de la categoría.

Como un Frankenstein, la FPF ya tiene un brazo armado para la selección mayor, aunque no tiene cabeza ni extremidades.

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El cambio de estrategia

Sin caer en cuenta de estas pequeñas incoherencias, en Videna continúan la búsqueda de un entrenador de talla internacional para asumir el proyecto al Mundial 2030. Agustín Lozano y su directorio persisten en encontrar y convencer a un apellido de renombre.

José Pekerman parecía tener el perfil idóneo, pero finalmente el argentino de 75 años desistió del compromiso por dos factores que serían decisivos para entender por qué le cuesta tanto a Lozano encontrar al elegido: la crisis deportiva (últimos en Eliminatorias) y la crisis institucional.

Es en estas circunstancias que, con el tiempo también en contra, en el último directorio de la FPF decidieron cambiar de estrategia y optar por un técnico interino para lo que resta de las Eliminatorias 2026, mientras se toman con mayor calma la búsqueda del entrenador para el 2030. Es en ese proceso que surgieron varios candidatos como Nolberto Solano, Chemo del Solar e incluso Ángel Comizzo.

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¿Por qué Ibáñez?

Sin embargo, finalmente optaron por Óscar Ibáñez. Su elección se fundamenta más en la necesidad de resolver que en el convencimiento (casi como las apuestas jóvenes de Fossati en la selección). Ibáñez no tiene una trayectoria importante como entrenador, en Cienciano fue muy irregular y en agosto del año pasado fue cesado tras sumar tres derrotas y un solo empate en sus últimos partidos.

La apuesta por Ibáñez se enfoca en otras prioridades que apuntan al manejo de grupo y al conocimiento que tiene de los seleccionados, tras haber sido parte del comando técnico de Ricardo Gareca en el proceso 2022. Conoce al grupo y tiene llegada. O al menos eso piensan en Videna y con eso las basta.

Aunque la apuesta inicial es de seis meses, se tiene claro que en caso suceda el peor escenario en la fecha de eliminatorias en marzo, ante Bolivia en Lima y Venezuela de visita, habrá un nuevo cambio de timón. Por eso, tal vez, el concepto de “interino”, como poniendo el parche.

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El plan con Ibáñez

El objetivo de Ibáñez es pelear la clasificación al Mundial 2026. En ese sentido todo es cuesta arriba. Perú es colero con apenas siete puntos, a seis unidades del puesto de repechaje cuando restan 18 puntos en juego. La fecha de marzo es clave: Perú recibe a Bolivia en Lima y se presupuesta un triunfo. Luego, visitará a Venezuela, rival directo al que debe ganar o por lo menos empatar para seguir con vida y dormir con la calculadora.

Contrariamente a la idea de que Ibáñez empiece el proceso de recambio y convoque a jugadores que puedan ser útiles para la siguiente eliminatoria, el reto que le han impuesto es mantener vivo el discurso de que se seguirá compitiendo por la clasificación. En ese sentido, no habrá experimentos que pongan en riesgo el objetivo, más allá de que posiblemente Perú se quede sin opciones tras la fecha doble de marzo.

Ibáñez, que estuvo los últimos seis meses sin dirigir luego de su discreto paso por Cienciano, tendrá poco más de tres semanas para definir su primera convocatoria, cuya carta de requerimiento debería ser enviada a los clubes como reserva el 1 de marzo.

¿A qué apostará Perú?

Por los tiempos, no habrá tiempo para imponer ideas ni probar cosas nuevas. Es ahí donde esperan que salga a relucir el conocimiento del camerino y la experiencia como asistente de Gareca de Ibáñez para encontrar el equilibrio en un equipo al que le impusieron un estilo totalmente opuesto al que los llevó al éxito.

Eso sí, Ibáñez apostará por la vuelta de Paolo Guerrero ante Bolivia, bajo la premisa de ser una fecha clave para las aspiraciones de la selección peruana. Aunque por los resultados anteriores y el irregular nivel mostrado el merecimiento de éxito de la Bicolor es mínimo, matemáticamente aún es posible mantenerse en competencia.

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Con Ibáñez, que en Cienciano apelaba al 4-4-2, la selección peruana volvería a explotar su potencial con la posición de extremo, posición en extinción con Fossati. Esa ya es una buena noticia. El estilo, más que dirigido por el gusto de Ibáñez, será el que la base sobreviviente del Perú de Gareca encuentre entre los automatismos que estos dos años insistieron en eliminar Reynoso y Fossati. No habrá tiempo para más.

Es decir, sin querer queriendo, luego deshacerse de Gareca, la FPF de Lozano apelará a esos cimientos para salvar el pellejo en estas Eliminatorias. Quedará saber si Ibáñez, como en aquellas grandes jornadas bajo los tres palos, será capaz de tapar con su éxito los dos años de continuos errores en San Luis.