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Porque la muerte de Legado es obra de una nueva versión del Juego de Tronos lorcho que mantiene en crisis al país desde el 2016, ahondado desde que cinco años atrás pirañas, mafiosos y ‘waykis’ se hicieran del poder. Así lo confirman diversas fuentes que conocen los tejes y manejes que se desarrollan bajo las sombras. “Legado es una cuota”, señala una de ellas. Detrás estaría don Nicanor Boluarte, hermano de la presidenta, quien a juzgar por un informe publicado en este Diario, tiene una gran ascendencia sobre el Instituto Peruano del Deporte, entidad que manejará su millonario presupuesto.
(Hagamos un pequeño paréntesis para recordar que dentro de pocos meses empezará la campaña electoral y el partido del hermanísimo, Ciudadanos por el Perú, objeto de mil cuestionamientos por el caso ‘Los Waykis en la sombra’, está apto para participar en las elecciones generales del próximo año).

Legado no nació de un capricho. Fue una recomendación del Reino Unido que, como se recordará, trabajó codo a codo con el grupo encabezado por Carlos Neuhaus en la organización y puesta en marcha de los Juegos Panamericanos 2019. Detrás del pedido existía un motivo muy poderoso: el nivel de complejidad de la infraestructura desarrollada requería un manejo especializado. En las palabras de los ingleses no había desprecio hacia el potencial del profesional peruano. Ellos hicieron lo propio luego de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. El Queen Elizabeth Olympic Park, donde están ubicadas las principales sedes que levantaron, a la fecha es manejado por el London Legacy Development Corporation. Y en Sidney, tras los juegos del 2000, Sydney Olympic Park Authority se encarga de lo mismo.
Desde este humilde rincón apoyamos la realización de los Panamericanos, pese a la tormenta que se desató en contra. Los Juegos no solo nos pusieron bajo los ojos del mundo sino que proporcionaron infraestructura de primer nivel, algo inimaginable por el histórico desprecio hacia el deporte que nunca ocultaron nuestros gobernantes. Sin embargo, me entró la duda sobre qué pasaría con los escenarios luego de finalizadas las competencias. Legado acalló cualquier resquemor. Y cuando llegó la pandemia, convirtió la Villa Panamericana en un gigantesco centro de recuperación, levantó hospitales temporales e instaló plantas de oxígeno. Pasada la emergencia, su buena labor permitió que el Perú fuera sede de incontables torneos nacionales e internacionales gracias a la calidad de su infraestructura. Todo esto sin ninguno de los habituales escándalos de corrupción que rodean la actividad pública.
Esta maravilla se acaba de destruir de un plumazo. No quiero imaginar cuál será el estado de los campos y coliseos en los próximos meses.
Como dirían los viejos tuiteros: guarden este tuit.