El balón surca los cielos de Tarma y en el área de ADT todos los de Universitario quieren meter la cabeza. El abogado que cambió el portafolio por la banderola. La contadora que terminó el informe durante las 9 horas de viaje a Tarma. El marketero que hizo cientos de reels de la travesía desde Lima. La maestra que hoy lunes tiene abrir el salón de clases con una alegría del tamaño del Monumental. Todos quieren estar ahí. El panadero, la psicóloga, el cobrador de combi, la doctora, el mecánico, la chef, el barbero, todos. Pero solo uno estará listo para poner la cabeza donde el corazón está a punto de estallar. Alex Valera, sí señor.
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Noble delantero de estirpe ganadora. Optimista natural en el área. Afortunado ante la adversidad. Humilde y aguerrido en cada minuto de juego. Solo él, el hincha dentro de la cancha que cumple el sueño que “sueña todas las noches”. Gol y título, otra vez. Tricampeonato y gloria. Valera, un goleador del que se contarán historias como pieza clave del mejor Universitario que hemos las últimas cinco generaciones.
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Vencido por el grito de gol, Alex Valera deja vencer sus piernas y cae sobre el campo. Mira al cielo buscando alguna explicación. Lo estoy soñando o es la realidad, parece preguntarse el atacante con el pecho agitado y los brazos extendidos. El primero que llega es Aldo Corzo. “Grande, mi cholo”, le dice cuando la cámara se acerca. Se abrazan, lloran, ríen. Son niños otra vez cuando sienten que el abrazo de Andy Polo los rodea. “Ya está, ya está, vamos, falta jugar”, les dice el capitán crema.
Así es la ‘U’, el mejor de los equipos. No de ayer, no de la semana pasada, no del último mes. El mejor en los tres últimos años, piensa entre gritos eufóricos Rodrigo Ureña. “Hemos ganado en todos lados, desde que estoy acá, vencimos a todos”, repite el chileno que no aguanta la emoción y le dedica el título 2025 y el ‘Tri’ a ‘Chiri Willy’, su padre que partió hace unos meses a la eternidad.
“Somos la leyenda viva del fútbol peruano”, declama Franco Velazco, el administrador que tomó el fierro caliente que le dejó Jean Ferrari y hoy puede llevar a la mesa de su casa un trofeo más para el club que ama desde que era un Calichín en menores.
Como manda la historia
Siete días, tres partidos y nueve puntos. La ‘U’ cerró a lo grande la semana futbolística que le programó la Liga 1. Siempre a la heroica, siempre haciendo justicia a su historia. Le ganó sobre la hora a Ayacucho FC, rompió una mala racha contra Cristal en el Nacional y ayer ganó por primera vez en la altura de Tarma.

No lo hizo de forma contundente. Al contrario, vino de atrás, remando en conjunto. Cuando Santamaría anotó el 1-0 local de autogol, el equipo no se amilanó. Usó el decálogo principal de su mitos y remontó con fiereza.
Di Benedetto puso el 1-1 de cabeza, en un córner, como ha sucedido en todo el Clausura. La ‘U’ es táctica pura y a sus rivales le es imposible impedir que los avasallen. ADT resistió con orgullo, pero poco a poco cayó en la teleraña que arma la ‘U’ para ganar.
Así llegó un tiro libre cerca a los 80′. Andy Polo cobró y Alex Valera metió un mazazo con la cabeza. Suspensión perfecta y gesto técnico de goleador, 2-1 y a aguantar el óxigeno hasta el final.
Si había una forma de ponerle más emoción al final, esa llegó de la mano del árbitro Kevin Ortega, quien expulsó en los descuentos al arquero Sebastián Britos porque le hizo un gesto con las manos.
Los últimos minutos, ya con Miguel Vargas en el arco, ADT pudo arruinar los planes. El ‘Charapa’ Rengifo estampó un cabezazo en el travesaño y casi anota el 2-2. Solo el pitazo final provocó el estallido de la felicidad. Se abrazó Fossati con sus muchachos. Lloró Ureña, se emocionó Flores y Concha oró en silencio cuando el utilero Pajita los convocó para una oración colectiva que terminó con la frase: “Y dale U para toda la vida”.
Es la melodía libertaria del amor universitario.
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