Esta historia recién comienza. Nadie puede avizorar el final. Pero este pequeño maravilla hace viajar por el túnel del tiempo a los hinchas de Peñarol. Es que, al verlo acomodar la pelota para ejecutar un tiro libre, muchos recordaron a Pablo Javier Bengochea, y cuando se dispuso a lanzar un tiro de esquina, revivieron la imagen de Antonio Pacheco.
En muy pocos partidos, Leo Fernández comenzó a escribir su historia con la camiseta de Peñarol. El pequeño volante, a fuerza de goles, pases magistrales, y una gran pegada, empezó a conquistar el corazón de los aurinegros.
Basta con escuchar al locutor que brinda la formación del equipo en el Campeón del Siglo para percibir que Leo, junto con Maximiliano Silvera, es de los más aplaudidos de la oncena titular.
La 8 de Tony
Alguna vez el Canario Nelson Olveira, aquel zaguero que conquistó el quinquenio con Peñarol en la década de 1990, dijo que en Peñarol no se podía utilizar cualquier camiseta. Que había números que pesaban más que otros. Leo Fernández llegó a Peñarol y se calzó la 8, la camiseta del último gran ídolo de Peñarol: Antonio Tony Pacheco. Por su forma de jugar y su estatura, las comparaciones, o puntos de contacto, fueron inevitables.
Pero acaso el detalle que dejó el último partido de Peñarol en el Campeón del Siglo ante Cerro fue algo que se vivía en la etapa de Tony en el club: cuando Leo Fernández fue a un rincón a ejecutar un tiro de esquina, la gente se paró para aplaudir, como hacía con Pacheco.
El rumor que generaba Bengochea
Pero ese no fue el único detalle. Leo Fernández comenzó a provocar algo que los hinchas de Peñarol no vivían desde la etapa de Pablo Javier Bengoechea. Y es la sensación de gol cada vez que el equipo dispone de un tiro libre en las inmediaciones del arco rival.
En aquella etapa gloriosa de Bengoechea en el club, los hinchas preparaban las gargantas cuando había un tiro libre. Hoy, cuando Leo acomoda la pelota, se genera el mismo murmullo tribunero de que algo puede suceder.
Elogio de los compañeros
El propio técnico de Peñarol, Diego Aguirre, reconoció que esto era algo que no sucedía desde hacía un buen tiempo en el club.
“Leo Fernández te soluciona mucha cosa, un tiro libre al borde del área es una gran amenaza, no sé hace cuanto que en Peñarol no pasaba esto con los tiros libres, ya marcó dos goles muy importantes y ojalá que haya más faltas cerca del área en un futuro”, expresó el entrenador mirasol.
Sus compañeros de equipo también elogiaron la pegada de Leo Fernández. “Es medio anormal. Uno lo ve y siempre se vuelve a sorprender de cómo va y entra la pelota. Es espectacular tener un jugador de esta clase con nosotros. Lo que podemos hacer es disfrutarlo y acompañarlo, y generar esas jugadas para que nos pueda dar ese plus que tiene él en la pelota quieta”, expresó Maximiliano Olivera.
Y concluyó: “Los centros que pone hacen todo más fácil para los que llegamos al área. En eso, estamos tratando de ayudarlo, y los compañeros generan muchas faltas cerca del área”.
El golero Washington Aguerre subrayó: “Si tuviera que atajarle un tiro libre a Leo Fernández me la juego. Cuidaría mi palo y acomodaría bien la barrera, no se puede hacer más. Es un jugador extraordinario, para los arqueros es complicadísimo enfrentarlo, hoy lo tenemos nosotros y hay que disfrutarlo”.
Esta historia recién comienza. Nadie puede avizorar el final. Se suele decir que las comparaciones son odiosas, y no se trata de tal, pero este pequeño maravilla llamado Leo Fernández comenzó a llevar a los hinchas de Peñarol por el túnel del tiempo, haciéndoles recordar a dos de sus últimos ídolos: Pablo Javier Bengochea y Antonio Tony Pacheco.