Argentina tocó el cielo en 2022 en Qatar aunque hoy en La Paz haya estado muy cerca de él. A 3625 metros sobre el nivel del mar, en la capital administrativa boliviana, el equipo de Lionel Scaloni venció a la selección local por 3-0 demostrando valores que se podrían plantear en una charla de camarín hasta en un eslogan publicitario: inteligencia, estrategia y contundencia.
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La noticia previa al partido fue la ausencia de Lionel Messi quien apareció en el banco pero solamente como un civil, un compañero más que apoya a los suyos cuando no le toca estar en la lista. Por supuesto, el “10″, tan icónico adentro como afuera del campo -que se convirtió en centro de declaraciones públicas de amor y admiración por parte de los hinchas bolivianos- fue también parte de un análisis en el que una pregunta asomaba casi por defecto: ¿podría la selección argentina ser un gran equipo sin la presencia del mejor de todos?
En una tarde soleada sobre la cancha del Hernando Siles, los jugadores argentinos no solo jugaron con los pies sino con la cabeza, apelando a esa máxima cruyfftiana que dicta que cuando tienes la pelota es difícil que te hagan daño. Por eso, con un 60% de posesión y 481 pases completados, los capitaneados hoy por Ángel Di María abrieron el marcador a la media hora a través de Enzo Fernández que se camufló de nueve y aprovechó un magnífico pase del “fideo”. Doce minutos después, con una selección boliviana disminuida en lo anímico y en el número de jugadores luego de la expulsión de Roberto Fernández, Nicolás Tagliafico impactó con el hombro y la cabeza un centro nuevamente de Di María para establecer el segundo y decirle a todos que sin Messi también había con qué.
De esta forma, Scaloni mantenía parcialmente su invicto en el altiplano boliviano ya que en 2005, como jugador y bajo las órdenes de Néstor Pékerman también había salido victorioso, y en 2020, ya como técnico de una albiceleste que empezaba a construir el sueño del campeón, lograba conseguir el triunfo.
A pesar de sólo haber repetido tres nombres del partido en La Paz de la eliminatoria anterior (De Paul, Otamendi y Tagliafico) el “joven inexperto”, hoy patrono y señor de quien agarra moral a pesar de su condición de novato, ha sabido mantener una base de jugadores con una idea poco usual para el ámbito de selecciones, más identificable en el ámbito de clubes. Si bien la plantilla base continúa siendo muy similar, con adherencias orgánicas en el camino y ausencias de este tiempo que no se cotejan necesariamente con las del anterior, el ideario ha subsistido llegando a obtener incluso su propia filosofía. Un sistema de creencias que se condice con un talento maravilloso y una preparación a la altura.
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En el segundo tiempo, el plan casi no varió. Con un poderoso sentido de concentración, los argentinos apelaron a una paciencia y precisión poco usuales en condiciones en que se desarrollaba el juego. Sobre el final y a falta de siete minutos, Nico González -quien no estuvo en el Mundial- venció a Guillermo Viscarra de un potente zurdazo y cerró un encuentro que seguramente será desmenuzado durante varios días por las cadenas periodísticas y los youtubers de turno.
La selección local, dirigida por el entrenador que alguna vez salió bicampeón del fútbol peruano con Alianza Lima, Gustavo Costas, parecía ver cómo aquella altura, un aliado en el que parecen confiar más que en su propio desempeño, no hacía mella en la albiceleste, ni siquiera en un jovencito Alejandro Garnacho de 18 años que debutó ahora sí de manera oficial con la mayor y que parecía volar como lo hace en Old Trafford.
Los campeones del mundo han cerrado esta primera fecha doble con puntaje perfecto e inician su camino al 2026 sosteniendo las ilusiones de un país que quiere seguir viendo a su máxima estrella todo el tiempo que se pueda pero que, ahora, ha disipado las dudas de qué podría pasar cuando ya no esté más.
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