Durante el gélido invierno de Nueva York, los inmigrantes indocumentados viven una pesadilla interminable, la cual es marcada no solo por las bajas temperaturas, sino también por el constante temor de ser deportados.

PUEDES VER: ¿Cómo afectan los despidos masivos en el Departamento de Salud de Estados Unidos?
Una de las tantas historias es la de Carmen, una madre colombiana que enfrenta la angustia de no saber si podrán ver nuevamente a sus hijos si son arrestados. La incertidumbre sobre sus citas con inmigración y el miedo a perder a sus familias ha llevado a un sufrimiento invisible que se extiende por toda la ciudad.
La interminable lucha de los inmigrantes
Los líderes comunitarios y espirituales se han manifestado sobre la crisis que enfrentan estos inmigrantes, describiendo un ambiente de miedo generalizado. El reverendo Joseph Dutan y el cardenal Dolan han destacado la difícil situación que viven los inmigrantes, quienes contribuyen significativamente al desarrollo de la ciudad, especialmente en sectores como la construcción. Esta comunidad, que históricamente ha sido vital para la economía local, ahora vive con el temor de ser separada de sus familias.
La situación es aún más compleja para los niños, quienes viven con angustia al no saber si, al regresar de la escuela, encontrarán a sus padres en casa o si, por el contrario, habrán sido deportados.
Muchos padres, como Lady, se sienten atrapados y prefieren no salir de sus hogares para evitar ser detenidos. En su desesperación, recurren a organizaciones comunitarias y religiosas para recibir apoyo, aunque este apoyo a menudo no es suficiente.
Últimamente, la situación ha empeorado con la intensificación de las redadas por parte del gobierno estadounidense. Las autoridades federales, en colaboración con la policía local, han comenzado a realizar arrestos masivos en áreas como el Bronx, Queens y Brooklyn.
La captura de miembros de pandillas, como el Tren de Aragua, ha aumentado el miedo, ya que las deportaciones también afectan a personas sin antecedentes criminales, lo que genera incertidumbre entre los inmigrantes que solo buscan trabajar y vivir en paz.
En medio de este caos, la comunidad inmigrante de Nueva York sigue luchando por sobrevivir al invierno y a las políticas de deportación, mientras las promesas de ayuda parecen ser cada vez más escasas.
Muchos ven en la iglesia y en las organizaciones de base su última esperanza para enfrentar una situación que, a pesar de los esfuerzos, no muestra signos de mejora inmediata. La batalla por la supervivencia, tanto en el clima helado como en el sistema legal, continúa siendo un desafío abrumador para miles de personas indocumentadas.