La mano de Maradona nos colocó en el Grupo C, que ya tenía a uno de los cabezas de serie menos deseados y que luego se completó con otros dos rivales incómodos. La primera lectura es que el sorteo no fue benévolo con Perú si lo comparamos, por ejemplo, con la suerte de las otras cuatro selecciones sudamericanas. Pero toca mirar hacia adelante y bajar ya de las nubes, toca prepararse para competir en un altísimo nivel, que es lo que siempre exige una Copa del Mundo.
Dinamarca en Saranks (16/6), Francia en Ekaterimburgo (21/6) y Australia en Sochi (26/6): ese será itinerario de la Blanquirroja tras 36 años de ausencia. La situación tampoco da para dramatizar. Ya la historia se encargó de ponernos enormes muros en el camino.
Notas relacionadas
Rusia 2018: Diego Maradona y Perú en portada de L'Équipe
Fixture Rusia 2018: descarga el PDF con los 64 partidos
En Argentina 78 nuestros primeros adversarios fueron Escocia (3-1) y Holanda (0-0), dos selecciones que en ese momento gozaban de una buenísima reputación. Los escoceses llegaban a la Copa del Mundo como una de las sensaciones europeas, invictos en un grupo eliminatorio que contaba con Checoslovaquia, monarca vigente del Viejo Continente; mientras que la ‘Naranja Mecánica’, aun sin Johan Cruyff, seguía practicando el fútbol de referencia cuatro años después de su subtítulo en Alemania. Ambos figuraban entre los grandes candidatos. Y la selección salió ilesa de esa llave que también tuvo a Irán (4-1) como relleno.
Para España 82 la historia fue parecida pero otro el final. Llegamos como protagonistas tras una excelente preparación –incluido el baile a la Francia de Platini en el Parque de los Príncipes– y nos devoró la responsabilidad. Chocamos contra la enigmática Camerún (0-0), luego repetimos el empate frente al futuro campeón Italia (1-1) y se nos acabó la gasolina ante Polonia (1-5), que completaría el podio al final del torneo.
Es cierto que este equipo de Ricardo Gareca tiene poco en común con el de Marcos Calderón, no tiene tanto talento individual ni tampoco goza de un juego colectivo brillante, pero no llega con la presión de la selección de Tim. Ahora vamos a Rusia 2018 como comparsa aunque el ránking FIFA y ser parte del bombo 2 nos haga creer más de lo que realmente somos. Habrá que pisar tierra para trazar los objetivos más realistas posibles. Uno será volver a ganar un partido en una Copa del Mundo después de 40 años, luego aspiraremos a superar la barrera de la fase de grupos que también tiene cuatro décadas esperando completar el sueño.
Los cálculos previos no sirven. Si necesitamos ganarle sí o sí a Australia o robarle un empate a Francia para clasificar a octavos, es accesorio. Vayamos paso a paso. Perú, como dice Gareca, debe prepararse para competir sin importar el rival que el azar le puso. Ya esperamos 36 años para volver. Disfrutemos de la Copa con responsabilidad y sin temores.