Así como haber jugado al fútbol, a nivel profesional, es una ventaja a la hora de dirigir a un equipo, el hecho de –además- haber salido campeón del mundo, es un plus invaluable para conseguir el mismo objetivo, pero ahora desde el banquillo. Ese es el reto de Didier Deschamps , seleccionador de Francia. Llevar a la práctica, y desde su función, lo conseguido en 1998 por un plantel con Zinedine Zidane y Thierry Henry a la cabeza.
Salvando las distancias, hoy tiene a un plantel de experiencia y mucha riqueza técnica. Comenzando desde el arco, donde Hugo Lloris refleja seguridad y una cantidad importante de partidos sobre sus espaldas: 94, desde su debut ante Uruguay en 2008. Djibril Sidibé, del Mónaco, es el marcador derecho más regular de los citados por Deschamps, mientras que Lucas Digne juega por la banda izquierda, tomando el lugar de un histórico como Patrice Evra. ¿Una reflexión? Si hay un punto débil en Francia, son sus laterales.
En la zaga, Raphael Varane y Samuel Umtiti, titulares en los dos equipos más grandes de España (Real Madrid y Barcelona, respectivamente), son la dupla de entrada, aunque el experimentado Laurent Koscielny, del Arsenal, puede pelear por un lugar. ¿Características? Umtiti es más rápido, y tiene capacidad para la anticipación, mientras que Varane es virtuoso en el juego aéreo. En el medio, Deschamps apuesta por el enorme despliegue de Kanté, la fuerza de Matuidi y el pase largo de Pogba. En banca, Tolisso espera su oportunidad.
Y arriba, viene el mayor dolor de cabeza para el DT. Antoine Griezmann es fijo, y hace dupla con Olivier Giroud –un ‘9’ lento, pero de buen juego aéreo- cuando Deschamps decide jugar con dos puntas. Por las bandas, Kylian Mbappé parece el único con lugar reservado. Y por la otra banda, Ousmane Dembélé y Anthony Martial son las dos opciones más firmes, aunque el jugador del Barcelona gusta más al entrenador. Por donde se le mire, Francia es candidata a pelear por el título y repetir el logro de hace 20 años.
Por Gabriel Casimiro
El once de Deschamps.