22/12/2024

Mientras hay "Vida" hay esperanza

Sábado 07 de Julio del 2018

Mientras hay

El Mundial gana un excelente equipo como es el de Modric, Rakitic, Mandzukic.

El Mundial gana un excelente equipo como es el de Modric, Rakitic, Mandzukic.

Desde el punto de vista futbolístico, ya somos turistas aquí en Rusia. Los sudamericanos, claro. El único paisano que seguía en juego también quedó fuera. Era Mario Fernandes, un muy buen lateral derecho brasileño que llegó aquí en 2002 para jugar en el CSKA (lo pronuncian “cisca”). No vino regalado, el Gremio lo traspasó en 17 millones de euros. En 2016 se nacionalizó y lo pusieron en la Selección de Rusia, aunque ya había jugado un partido amistoso con Brasil en 2014 (4-0 a Japón). Fernandes le regaló al pueblo ruso una enorme sonrisa: hizo el gol del empate ante Croacia (2-2), que llevó al equipo del astuto y simpático Stanislav Cherchesov a los penales. Luego el mismo Fernandes les quitó la sonrisa: tiró su penal afuera, muy mal pateado. Y Croacia pasó a la semifinal. Chocará con Inglaterra. En la otra llave, Bélgica y Francia. Hay 50% de posibilidades de que un campeón repita título. Y 50 de que haya campeón nuevo.

También quedan los árbitros sudamericanos, y se presume, se rumorea, que al no estar Argentina, Néstor Pitana podría dirigir la final del Mundial. Un premio consuelo. Medalla de lata. Pero, bueno, es lo que supimos conseguir en este Mundial precioso en todo sentido. Entre paréntesis, Gary Lineker, hoy destacado comentarista, señaló que para él, Rusia 2018 era el máximo torneo de todos, en estadios, orden, organización, confort, seguridad, etc.

El Rusia 2 - Croacia 2 (ganó 4-3 en los penales) se jugó en Sochi, a 1.634 kilómetros de Moscú. Lo vimos en un restaurante y pub de la capital, atestado de familias y jóvenes rusos. Todos con banderitas blancas, rojas y azules, con las caras pintadas. No es un hincha pasional el ruso, no está habituado a estas emociones, si hasta participan poco en los Mundiales. Con total certeza, nunca antes el fútbol detuvo el pulso de la nación entera como esta vez. La emoción de la gente era desbordante, contagiosa, estimulante. Perdía Rusia 2 a 1 y uno cinchaba por el empate como si hubiese nacido aquí, sólo por ver celebrar a esta gente (aunque el apellido materno del cronista sea ciento por ciento croata…). El fútbol tiene el poder de atrapar a las personas, magnetizarlas. En cada centro sobre el área croata gritaban las mujeres, levantaban los brazos los hombres en signo de esperanza… Hasta que llegó ese gol de cabeza del brasileño y explotó el local, pese a que la gente es mucho menos eufórica que en Latinoamérica. Hay corrección hasta para el festejo.

Fue en el minuto 115 del tiempo extra. Antes, en el 101, el zaguero croata Domagoj Vida, también con un testazo, había colocado arriba a Croacia 2-1. Nos prometemos revisarlo, pero seguro ha de ser uno de los Mundiales con mayor cantidad de goles de cabeza de la historia.

El juego, de una vibración extenuante, derivó en la definición por tiros penales y ahí devino lo que se nos ocurre el único error de Cherchesov en esta Copa donde puso a Rusia en el mapa de la consideración futbolística: le dio el primer remate a Smolov. Uno lo ve actuar a Smolov y pareciera que le da lo mismo ganar un premio Nobel que ir preso a Siberia. Una indolencia nunca vista. Tiró una masita, un tirito suave, anunciado y a las manos del bueno de Subasic. Y ahí empezó a perder Rusia su chance de ser semifinalista. Una pena. Pero el Mundial gana un excelente equipo como es el de Modric, Rakitic, Mandzukic.

Antes de eso vimos uno de los cotejos más discretos de la Copa: Inglaterra 2 - Suecia 0. La incómoda, la molesta Suecia logra embarullar a sus rivales con marca y un trajín incansable. También lo hizo con Inglaterra, como antes con Alemania, México, Corea del Sur y Suiza. Pero el carácter de varios elementos de esta Selección Inglesa terminó imponiéndose. E imponiendo su ley de hierro: el cabezazo. Es una Inglaterra más moderna que las del pasado, pero sigue facturando con su vieja fórmula: centro, cabezazo y gol. Tiene tres tanques que van bien arriba y ganan: los zagueros Stones y Maguire y el goleador Harry Kane. Esta vez abrió el marcador Maguire y se sumó con otro cabezazo el fino armador del Tottenham, Dele Alli.

Va a ser un choque duro el de Inglaterra y Croacia. Mucho. Croacia juega por bajo, a partir de la clase magistral de Luka Modric, de su inmensa sabiduría futbolística (Sudamérica presume siempre de sus figuras, pero no tiene un solo centrocampista de esa categoría). Claro que deberán superar a un equipo mentalmente muy macizo como el de Gareth Southgate.

El gran tema de discusión en el centro de prensa del Spartak (donde diariamente van los cronistas a trabajar aunque ya no se jueguen más partidos allí) es la debacle de Sudamérica. No se trata de que nuestros equipos estén obligados a ganar, tampoco que ganar sea lo único, como dicen alguna frase que quiere ser impuesta de tanto repetirla, pero es una declinación colectiva demasiado evidente. Primero se distanciaron los europeos a nivel de club, tanto que ahora van nuestros equipos al Mundial de Clubes a tratar de perder por poco ante el Real Madrid o el Barcelona. “Pero en materia de selecciones estamos bien -decíamos-. Tenemos a nuestras estrellas en Europa y vienen a jugar las Eliminatorias y las Copas del Mundo. Y ahí estamos parejos”. Ya no. La brecha también se abrió entre los equipos nacionales. Y la conclusión es triste: en 2014 nos ganaron el Mundial en casa (Brasil), pero al menos Sudamérica tuvo al subcampeón (Argentina), al Balón de Oro (Messi) y al goleador del torneo (James Rodríguez). Ahora nada, cero. Más que eso: solíamos ufanarnos de que las grandes figuras eran todas sudamericanas. Aquí no brillaron. Los destacados son Modric, Hazard, Lukaku, De Bruyne, Kane, Mbappé, Griezmann, Kanté, Cheryshev (que hizo un golazo tremendo a Croacia)… La lista sigue. Y no aparece ninguno del otro lado del agua. Mucho peor: se arman ya diferentes selecciones ideales del torneo y nadie pone entre los once a ningún sudamericano. Ni arqueros buenos mostró nuestro continente.

Ya se fueron 60 partidos, sólo quedan cuatro. Y una semana entera para esperarlos y vivirlos. Empieza a tallar otra jugadora: la nostalgia, sobre todo, por no tener equipos del continente. (O)

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