“Es un pequeño malentendido”, se defiende el escritor Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) cuando le comentamos su profusa presencia en los medios mexicanos para hablar del fútbol y su circunstancia. “Es parte del folclor. La gente me asocia con el fútbol porque he escrito dos libros sobre el tema”, explica refiriéndose a los memorables ‘best sellers’ peloteros “Dios es redondo” y “Balón dividido”, verdaderas biblias para quienes quieren leer bien de fútbol. “Como hablar de literatura es menos espectacular, la gente no se fija que he escrito otros de ficción o sobre asuntos literarios”, sigue defendiéndose con ironía. Lo cierto es que este devoto hincha de dos clubes, el Necaxa y el Barcelona de España, casi no ha salido este mes de su casa en Ciudad de México para no perderse ningún partido del Mundial ruso. Allí lo encuentra nuestra llamada telefónica.
— ¿La pose del escritor que despotrica del fútbol, como lo hacía Borges, ha pasado de moda?
Se ha perdido el complejo que consideraba el fútbol como algo que pertenece al “populacho”, o como un producto de la manipulación. Yo creo que es una forma del placer, una representación de la realidad que explica nuestro tiempo. Vale la pena prestarle atención, ya sea como simple aficionado o como analista de la locura que suscita la emoción por el fútbol.
— “Imaginemos cosas chingonas”, decía el ‘Chicharito’ Hernández, delantero de la selección de México. ¿Qué tan chingón fue para ti este Mundial?
Cada quien ve el fútbol desde un lugar específico. Como mexicano, desde luego estaba muy atento a mi selección. El fútbol existe para esperar milagros y nuestra selección nos concedió uno ante Alemania. Ese triunfo nos autorizó a ilusionarnos, y fue cuando el ‘Chicharito’ propuso anhelar cosas chingonas. Por desgracia, lentamente la selección fue volviendo a su realidad. Se comportó al revés de lo esperado: jugó por encima de sí misma con Alemania y luego fue bajando hasta perder, como siempre suele hacer, ante Brasil. Por desgracia, la ilusión duró muy poco. La selección mexicana demostró que, al fin de cuentas, el fútbol es un asunto de calidad y no se puede reinventar un equipo exclusivamente con buenos deseos. No se esperaba mucho del equipo antes del Mundial, y quedó justo en la franja previsible.
— Tras la derrota de Argentina, escucho a varios periodistas de ese país decir que este es un Mundial “mediocre”. ¿Qué valoración le pondrías a este campeonato?
Una característica del aficionado mexicano es tener un equipo sustituto cuando somos eliminados. Generalmente, nos asociamos a la selección de Brasil, sobre todo desde 1970, cuando vimos en el Mundial de México al maravilloso equipo de Pelé. Pero debo decir que Neymar liquidó las ilusiones sustitutas de un país. Ahora Neymar, con sus falsos estertores y patéticas simulaciones en la cancha, se ha convertido en motivo de escándalo, escarnio y memes virales. Él marcó un cambio en el gusto de la afición mexicana. Pero voy a tu pregunta: creo que ha sido un Mundial espléndido en muchos sentidos. Ha sido el Mundial de los últimos cinco minutos: muchos de ellos de compensación, donde hubo notables volteretas. Ha sido un Mundial bastante limpio: equipos duros como Uruguay, por ejemplo, pudieron llegar lejos sin tarjetas de amonestación, lo cual es sorprendente. He visto grandes goles de media distancia y en jugadas de táctica fija con remates de cabeza.
— ¿Qué crees que le ha faltado?
Faltó el dribbling, el regate, quizá porque se considera un virtuosismo inútil. Prácticamente se ha desterrado del fútbol al jugador habilidoso, con picardía de barrio. Faltaron las grandísimas figuras esperadas. Cristiano Ronaldo jugó muy bien, pero su equipo no lo acompañó, y Messi estuvo por debajo de sí mismo. Pero también hemos visto el surgimiento de grandes equipos: pienso en el juego colectivo de Uruguay o de Rusia; en Croacia, desde luego, o Suecia, que se dio el lujo de prescindir de Zlatan Ibrahimovic porque no quería tener individualidades, sino un bloque contundente como un iceberg. Acaso no sea casual que su delantero se apellide, precisamente, Berg. Todo esto me parece bastante estimulante en el fútbol.
— El Mundial también ha derrumbado la teoría de que el equipo ganador es aquel que tiene mayor posesión de balón...
Como Alemania y España, que quedaron fuera, a pesar de su avasallante control del juego. Algunas selecciones de las que se esperaba mucho desaparecieron, pero a cambio tenemos la sorprendente ascensión de Croacia y la excepcional selección francesa.
— ¿Cómo viste el juego de Perú?
No lo digo por cortesía, pero el equipo peruano me parece notable. Desgraciadamente, no fue acompañado por esa vulgar forma de la objetividad que son los resultados. Yo he estado siguiendo a la selección de Gareca desde hace algún tiempo y esperaba muy buen juego. Además, en México tenemos a muy buenos jugadores peruanos que militan en su selección. Pero desde que vi al Perú entrenado por Didí en 1970, no había visto tan buen nivel de juego dentro de la cancha. Es una lástima que no se concretara este juego con goles que marcaran una diferencia.
— También se dice que este es el Mundial de los porteros. ¿Crees que hubo más espectáculo en el arco que en la delantera?
El arco es una forma de la espectacularidad. Yo siempre he sido un gran defensor de los porteros, y me parece injusto que muchos de ellos no hayan conseguido el Balón de Oro. Hubo un momento en que los obsesivos expertos en estadística encontraron que nadie había sido más determinante para los triunfos de su equipo que el español Iker Casillas. Si tú contabas las paradas milagrosas que había hecho en momentos claves, era el futbolista que le había dado más puntos a su equipo. Sin embargo, no fue Balón de Oro. Pero acaso no sea casual que en Rusia, el país del único portero que ha recibido el Balón de Oro, Lev Yashin, ‘La Araña Negra’, los porteros hayan destacado tanto. Me parece tan significativo que el billete de 100 rublos lleve la imagen de Lev Yashin. ¡Yo lo vi jugar en México! ¡Así de viejo soy! Pero también debemos considerar las enormes pifias de algunos. El portero mejor pagado del mundo, el español David de Gea, recibió ocho tiros a puerta y encajó seis goles, por no hablar de los penaltis: no paró ninguno. Muslera, el muy experimentado portero uruguayo, se comió un gol tremendo. No hay que olvidarnos que el portero es el número 1 de un equipo. Que decida la suerte de los suyos no me parece que hable mal del fútbol, sino que es una de sus virtudes.
— Los latinoamericanos estamos acostumbrados a los fracasos de nuestros gobiernos en América Latina. Sin embargo, no perdonamos los fracasos futbolísticos y exigimos siempre cortar cabezas. ¿Cómo ves esta incapacidad de afrontar la derrota?
El fútbol depende de factores emocionales, azares, casualidades, cábalas, incluso supersticiones. Pero, al mismo tiempo, depende del entrenamiento, rendimiento, calidad y técnica. Ese equilibrio entre la razón y la ilusión es lo que genera el fútbol. Por cada caída de un equipo, hay un triunfo milagroso de otro. Y eso es muy significativo: Japón pasó con fortuna a la siguiente ronda, se enfrentó a Bélgica y estuvo a punto de lograr un milagro. Comenzó ganando 2 a 0 y terminó 2 a 3 al ser resuelto por Bélgica en el último minuto. El milagro de los belgas fue la caída del milagro japonés. ¡No le podemos pedir más al fútbol!
— En el Perú no pasamos de la primera ronda y se le construyó un monumento a Gareca. México le ganó a Alemania y pasó a octavos, pero al entrenador Osorio lo quieren echar. ¿Cuán diferente es la forma en que asimilamos los fracasos?
En ocasiones hay permiso para perder. Hay equipos que juegan notablemente y pierden. Si pensamos en la manera en que Colombia fue eliminada por penales contra Inglaterra, creo que no tenemos nada que reprocharle. José Néstor Pekerman ha hecho un estupendo trabajo. Creo que Gareca hizo también una labor extraordinaria con Perú. El equipo peruano se midió contra Francia, el posible campeón del mundo, jugándole de tú a tú. Eso revela la calidad extraordinaria de su nivel de juego. Pero hay algo que no se puede entrenar: la chiripa, la suerte o la maldita puntería. Eso está más allá del entrenador. Un entrenador debe diseñar un estilo de juego, ya sea con posesión de la pelota o sin ella, y debe crear ocasiones de gol. Y Gareca cumple perfectamente con esos requisitos. Muy distinta es la situación de Osorio, un entrenador que cada vez que ha tenido la oportunidad de enfrentar un desafío mediano lo ha resuelto muy bien. Sin embargo, el fútbol no existe para ganarle a Trinidad y Tobago o a Uruguay en un amistoso, sino para trascender en partidos de competencia oficial. A Osorio lo debemos medir en los partidos que trascienden. No basta el partido contra Alemania. Por otra parte, ha sido muy cuestionado por sus muchos errores, colocando jugadores en posiciones que normalmente no desempeñan, haciendo rotaciones totalmente absurdas. Un entrenador es un vendedor de ilusiones, y él no ha sido capaz de renovar las expectativas que genera.
— Estamos acostumbrados a escribir sobre el fútbol enmarcados en el género de la épica. ¿Hay otra forma de plasmar el fútbol en palabras?
Desde luego, pero hay que valorar la importancia de lo que pasa dentro de la cancha. No hay nada más épico que ganar un partido en el último momento, cuando ya nadie lo espera. En ese sentido, este Mundial nos invita a la épica. Pero también suceden muchas otras cosas en el Mundial que me parecen dignas de atención. El hecho de que Antoine Griezmann, el delantero francés, no celebre un gol ante Uruguay, por ejemplo. Estamos acostumbrados a que el fútbol sea descrito por lo que sucede, pero a veces lo que no sucede es más importante. En este caso, el gesto de no celebrar un gol ante los ex compañeros del equipo donde se ha militado es algo extraño dentro de un Mundial. No es que antes Griezmann haya sido uruguayo y ahora sea francés, sino que él respeta mucho a esa nación porque es la de los jugadores que lo arroparon cuando llegó por primera vez a España para jugar en la Real Sociedad a los 18 años, y luego por los jugadores del Atlético de Madrid, principalmente su compadre Diego Godín, capitán de Uruguay. En una actividad donde muchas veces pareciera que no hay valores ni identidades reales, es muy significativo que un jugador se niegue a ser el enemigo de otro equipo. El fútbol existe para tener derecho a la alegría, pero en los grandes momentos un jugador nos puede conmover por renunciar a ella. Su decisión de no festejar el gol fue un gesto importante. Otro gesto que valoro muchísimo es el de Lukaku, el centro delantero de Bélgica, que durante todo el partido contra Japón estuvo tratando de anotar enjundiosamente un gol. Tuvo muchas oportunidades y no pudo hacerlo, pero en el último minuto recibió un centro que venía justo hacia él y tenía la oportunidad de patear; sin embargo, dejó pasar la pelota para que anotara otro compañero. Esa jugada omitida, donde el delantero depuso su natural ambición de anotar, después de tantas oportunidades perdidas, es un gran momento del fútbol. Esos momentos de renuncia, ya sea al festejo o a la anotación, engrandecen al fútbol. No tienen que ver con la épica, sino con otro tipo de discurso, que quizá invoca a la mística o a la teología.
— Esperando ver aparecer héroes épicos en la final de hoy, ¿crees que Luka Modrić tiene los elementos heroicos que lo equiparen a los míticos Messi o Ronaldo?
La ocasión del héroe no se repite. Los héroes aparecen en el momento preciso. Maradona contra la odiada Inglaterra en el Mundial del 86 en México; Zidane anotando con una volea magnífica en la final de la Champions, con dos goles espléndidos en la final de Francia 98, pero también perdiendo la cabeza en el más literal de los sentidos en la final de Alemania 2006. Esos momentos son los que definen al héroe. Entonces, si Kylian Mbappé mete dos goles para Francia, podrá convertirse en el ídolo naciente de ese país. Lo mismo si Luka Modrić hace algo excepcional. Los héroes siempre están a prueba. Habrá que ver hasta dónde llegan. Pero desde luego, tanto Griezmann como Mario Mandžukić o Ivan Rakitić tienen posibilidades de brillar como todavía no lo han hecho. El fútbol está hecho de miles de partidos, pero son solamente unos cuantos segundos de ciertos partidos los que definen a los héroes.
— Finalmente, ¿te animas a lanzar un pronóstico?
Pues, mira, en el fútbol los pronósticos son un arte tan extravagante que el mejor adivinador ha sido un pulpo. ¿Te acuerdas del pulpo Paul, en el Mundial de Sudáfrica 2010? Él ha sido el principal adivino del fútbol, y competir con ese profeta va a ser complicado. Sin embargo, pienso que va a ser un partido muy trabado, de pocos goles. Yo sugeriría un 2 a 1 favorable a Francia. ¡Pero lo más seguro es que esté equivocado!