PARIS.- Son grandes de verdad. En todo sentido. Faltó el más grande (también en todo sentido) porque prefirió dar un paso al costado y concentrarse en el césped: a los 35, Roger Federer tiene todo el derecho de tomar las opciones que más le gusten y convengan. Pero igual quedaron los que sostienen las banderas de la experiencia. Tres de los cuatro están en las semifinales. Dispuestos a no entregar el mando. Se les coló un Sub 23 ( Dominic Thiem ) llamado a cosas mayores. Se ríe Stan Wawrinka (32) cuando se le menciona que es el más veterano de los cuatro, seguido de cerca por Rafael Nadal , de flamantes 31. Algo es muy bueno: ya no tiene que decir que es el "suizo que pierde". Desde hace tres años, de hecho, cuando se consagró en Australia. Siguió con Roland Garros en 2016 y con el US Open en 2016. Viene parejito: un Grand Slam por temporada. "El tenis ha cambiado en muchas cosas, pero cuando en tu vida no has cometido excesos, te cuidas, te preocupas por alimentarte y descansar bien y diseñas adecuadamente tu calendario, tu carrera se alarga. Eso de no mediar lesiones, claro", explicó.
Hace unos días, en una charla con Franco Davin, ex entrenador de Juan Martín del Potro y de Gastón Gaudio, nos hablaba del average promedio que tienen los europeos por sobre los sud-americanos. Calidad de vida lo llama. "La cantidad de horas de vuelo y el esfuerzo físico que de-manda a la larga se paga. No descansás bien, no comés bien. Para venir a un torneo desde la Ar-gentina vos tenés que salir un jueves. Los europeos se entrenan en sus ciudades, llegan el lunes a la tarde y cuando pierden, en dos horas están en la casa. Por eso juegan hasta los 34, 35 años. Los sudamericanos, salvo excepciones, a los 30 ya están cerca del retiro", marcaba el pehuajen-se.
Claro lo de Wawrinka no se resume sólo en horas de vuelo. Desde ese 2014, cuando de tanto leer su famoso tatuaje proponiéndose "fracasar mejor en la próxima" lo dejó literalmente sin efecto, es uno de los jugadores más peligrosos e impredecibles que puede tener el circuito. No parece candidato, al menos no a la altura de los clásicos, pero subliminalmente nunca deja de serlo. Sólo necesita estar óptimo esas dos semanas. Fino. Ya domina las presiones: además de los títulos grandes, también sumó la Copa Davis a su historial. Y tiene golpes que "hieren", como suele graficar Guillermo Vilas, que ayer se dio una panzada de tenis en el supermiércoles junto con su hija mayor, Andanin. El suizo jugó apenas 1h40m frente al croata Marin Cilic (7°), que aquí empezó a parecerse más al que disputó los dos primeros sets ante Del Potro en Zagreb, aunque Wawrinka lo destruyó: 6-3, 6-3 y 6-1.
El otro experimentado tiene un plus: es el N° 1 y quiere ganar uno de los dos títulos de Grand Slam que tiene pendientes (el otro es el Australian Open). Al igual que Wawrinka, Andy Murray (30) tuvo que sortear varias cuestas empinadas y el descreimiento de los ingleses, que lo veían como un perdedor; sobre todo, un escocés perdedor. Les fue cerrando la boca y ganándoselos. Ya nadie le recuerda a Fred Perry y los 77 años que pasaron para que un británico volviese a ga-nar en el All England, les dio la Davis, el N° 1, el US Open. Se ganó el respeto del circuito: es el 1 en los tiempos de Federer, Nadal y Djokovic, que siempre contaron con un mejor vínculo con la gente y reconocimiento. Además de perder en el ranking de los marketineros: no es de los que despierta mayor simpatía. Algo que lo que tampoco puede brindarle muchos consejos su coach, el imperturbable Ivan Lendl. Que ayer se permitió un tibio festejo de puño, lo que en su caso constituye toda una declaración de principios.
Carga Murray en este Roland Garros con el cartel de que "no está jugando como un N° 1". Es real, o al menos así desembarcó en París. Fue subiendo su rendimiento y luego de dos buenas demostraciones contra Del Potro y Khachanov, le tocó dar una muestra de carácter: Kei Nishikori (8°) lo comprometió con un paseo en la central de 30 minutos como si estuviera en el Batobus tomando aire por el Sena. "Tenía que cambiar, claramente. No es fácil cuando tenés un rival ins-pirado. Pero si algo estoy manejando mejor son las ansiedades. Estos partidos son largos. Te puede pasar de perder un set fácil. La cuestión es no salirse del objetivo", explica Murray. Fue-ron 2h39m y victoria por 2-6, 6-1, 7-6 (7-0) y 6-1.
Son las semifinales deseadas, aunque parezca una herejía para con Djokovic. Que terminó siendo el gran ausente para que los "Over 30" no coparan el viernes la central. La nueva genera-ción viene dando avisos, aunque en París el único que estuvo a la altura fue Thiem. Desafiando a los viejos grandes campeones renuentes a dejarse llevar por delante.