El 2017 fue diferente en la WTA, sin Serena Williams, embarazada, el Tour ofreció oportunidades de título para todas, incluidos los tres de Grand Slam, después que la estadunidense se llevó el Abierto de Australia, antes de hacer una pausa.
Quienes lo aprovecharon fueron la letona Jelena Ostapenko en Roland Garros, para el primer grande en su carrera, la española Garbiñe Muguruza, en Wimbledon, para el segundo major de su vida, y otra norteamericana, Sloane Stephens, para estrenar su palmarés de Grand Slam en el US Open.
Para la estadunidense de 24 años, esa celebración de Flushing Meadows fue el broche de oro para una carrera que parecía complicarse por las lesiones.
Stephens apareció por sorpresa en la WTA en 2013, cuando llegó a las semifinales de Australia, después de vencer a Serena en cuartos y caer ante la primera sembrada y a la postre campeona, la bielorrusa Victoria Azarenka, meses más tarde, alcanzó los cuartos en Wimbledon.
Sin embargo, su primer título tardó en llegar, fue hasta 2015 en Washington, cuando venció a la rusa Anastasia Pavlyuchenkova en la final; al año siguiente llegaron tres más, incluido el torneo de Acapulco, donde era la segunda favorita e hizo buenos los pronósticos al superar a la eslovaca Dominika Cibulkova, en uno de los duelos decisivos en la rama femenil más emocionantes en la historia del certamen.
Parecía que México sería testigo del despegue de otra carrera, como ya ocurrió con el español Rafael Nadal o el austriaco Dominic Thiem en los hombres, pero a Sloane la atacaron las lesiones.
Comenzó la temporada 2017 hasta Wimbledon, cuando cayó en primera ronda ya como la 336 del ranking de la WTA y su primera victoria llegó hasta Toronto, torneo en el que alcanzó las semifinales, actuación que repitió en Cincinnati.
Para el US Open ya era 83 del ranking, pero no alcanzó siembra, así que tuvo un camino complicado, con la italiana Roberta Vinci en el debut y Cibulkova después, alcanzó las semifinales, donde derrotó a su compatriota Venus Williams, a pesar de perder el segundo set del duelo por 6-0.
En la final, se encontró con su amiga Madison Keys, a la que venció y luego consoló en una emotiva ceremonia de premiación. Stephens ya tenía un grande.
“Fue grandioso, obviamente ganar un Grand Slam es algo con lo que cualquier jugador sueña, fue una experiencia increíble, sobre todo hacerlo en casa, estoy emocionada de regresar a competir, espero que pueda disputar la temporada completa, sin lesiones, es mi mayor deseo”, señaló la norteamericana a La Afición, ya en Acapulco.
Tras la victoria en Flushing Meadows, Sloane solo acumuló derrotas en el cierre del 2017 y comenzó de la misma forma el 2018, donde no ganó hasta su debut en Acapulco, contra la francesa Pauline Parmentier, aunque descartó que se deba a que las rivales ofrecen un nivel distinto al enfrentar a una ganadora de Grand Slam.
“Creo que todas juegan cada partido diferente, compiten lo más duro que pueden porque es lo único que puedes hacer cuando sales a la cancha”, explicó.
Ya como 13 del ranking mundial, en un circuito que espera por Serena y en el que no hay consistencia, la estadunidense recuerda lo vivido en 2017 y descarta tener aspiraciones de títulos, así que solo registra una meta para esta campaña:
“Solo quiero estar sana toda la temporada y jugar la mayor cantidad de torneos, eso es lo que espero para este año”, añadió.
Por lo pronto, regresó al Abierto Mexicano, uno de los muchos eventos que se perdió la campaña anterior a causa de la lesiones: “Se siente bien, no estuve aquí el año pasado, así que estoy emocionada de estar en Acapulco otra vez, es un gran torneo”.
Como una de las campeonas del certamen que cumple 25 años, Sloane aseguró que está dispuesta a volver al Puerto todas las veces que pueda.
“Es fabuloso, un torneo extraordinario, Raúl (Zurutuza, director del evento) hace un gran trabajo, siempre he dicho que si pudiera regresaría cada año, y espero jugar varias veces más aquí”, afirmó la joven jugadora que más allá de las lesiones, ya tiene un Grand Slam en casa.
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