El día que Gustavo Díaz Ordaz buscó por mar y tierra a Felipe Muñoz

Hace 54 años que Felipe Muñoz hizo historia para México cuando ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1968 celebrados en nuestro país, pero después del festejo hubo una advertencia del entonces presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, que se la cumplió al poco tiempo, pero primero tuvo que buscarlo por mar y tierra.

Tras conquistar el 22 de octubre el título en los 200 metros pecho, Muñoz recibió la llamada de Ordaz para felicitarlo.

“Le mando una muy cariñosa felicitación. Me da gusto que en esa hermosísima alberca olímpica, que se construyó con dinero del pueblo mexicano, haya tenido la oportunidad un joven campeón, también mexicano, de ganar la medalla de oro en estas competencias olímpicas que tienen por sede a nuestra patria”, dijo en ese entonces el presidente de México.

Ordaz le hizo saber a Muñoz que lo felicitaría personalmente ya que no se encontraba presente en la competencia: “Ya buscaré la oportunidad de hacerle una felicitación personal”.

Tras ese logro histórico, Muñoz decidió tomar unas vacaciones con sus amigos en Acapulco, pero durante esos días a Gustavo Díaz Ordaz se le ocurrió mandar a llamar a Felipe para felicitarlo personalmente.

La madre del también conocido como “El Tibio”, Areti Kapamas, indicó que en aquella ocasión les marcó el primer mandatario y que quería ver al campeón olímpico en su despacho. Por lo que, comenzaron de inmediato con la búsqueda del nadador ya que no sabían en qué parte del puerto se encontraba.

“Hablaron por teléfono a la casa. Que el señor Presidente quería ver a Felipe en su despacho. Pero él no estaba. Así que todo mundo intervino. Hasta Miguel Alemán prestó un helicóptero, y en Acapulco buscaron a mi hijo por todas las playas... Con altavoces le decían que se reportara a la Ciudad de México. Fueron varias horas de inquietud, pero al fin lo encontraron. Llegó en la noche de ese día y al siguiente acudimos a ver al Presidente”, mencionó la mamá de Muñoz.

Ordaz felicitó y abrazó al campeón olímpico, y para después obsequiarle una casa, por lo cual valió la pena interrumpir sus vacaciones en Acapulco.