PARÍS.- Tiene 22 años y para los argentinos seguidores del tenis es una cara conocida, ya que en febrero deslumbró en Palermo como vencedor de Rafael Nadal y campeón del torneo ATP de Buenos Aires. Dominic Thiem era un jugador en ascenso cuando pisó el país hace cuatro meses; hoy confirma su gran momento como uno de los cuatro mejores de Roland Garros, un abierto francés alocado en algunos sentidos, pero que no ha faltado a la lógica en los tramos finales, con Novak Djokovic , Andy Murray y Stanislas Wawrinka , el defensor del título, en las semifinales. Además de Thiem, claro, cuyo rival en la antesala de la final será Djokovic. Mientras el número 1 del mundo jugará su trigésima semi de Grand Slam, para el austríaco será la primera.
En los cuartos de final, Thiem superó al belga David Goffin por 4-6, 7-6 (9-7), 6-4 y 6-1 en un estadio semivacío; la reprogramación por las lluvias obligó a jugar los cuartos de varones a la misma hora, y la mayoría de la atención estuvo puesta en Djokovic, que superó al checo Tomas Berdych (6-3, 7-5 y 6-3). Un duelo que Thiem sacó adelante a despecho de haber cedido el primer set y de salvar un set-point en el tie-break del segundo. Además, el cotejo tenía un premio extra: el ganador iba a asegurarse un lugar dentro del top 10 del ranking. Entonces, el austríaco es quien estará por primera vez entre los diez mejores. Aparecerá como número 7 del mundo, cuatro puestos por encima de su vencido.
Le toca estar entre los cuatro mejores de Roland Garros tras los pasos de sus compatriotas Thomas Muster (campeón en 1995) e Jürgen Melzer (semifinalista en 2010); a este último sí pudo verlo en acción, pero tenía menos de dos años cuando Musterminator se consagró aquí. Thiem, de todos modos, no reconoce un ídolo en especial. "No lo tenía, aunque miraba mucho tenis, cada partido que podía. En realidad me gustaban muchos jugadores, y trataba de tomar lo mejor de cada uno de ellos", relató. Cultor del revés a una mano, como Wawrinka, acumula una marca de 41 triunfos y 10 derrotas en apenas cinco meses de actividad, y en cantidad de victorias en el año lo aventaja sólo su rival de hoy, Djokovic (42-3). Thiem, el semifinalista más joven de Roland Garros desde Juan Martín Del Potro en 2009, consiguió buena parte de esa marca sobre polvo de ladrillo, con 83,3% de triunfos (25-5) y dos caídas frente a argentinos (Guido Pella y Del Potro). Este año obtuvo tres títulos (Buenos Aires, Acapulco -cemento- y Niza) y perdió la final de Múnich. Le gusta el esquí, pero sobre todo el fútbol, y es fanático del Chelsea inglés. Tampoco ha dudado al tomar decisiones atrevidas: renunció a Río de Janeiro 2016: "No soy un gran fanáticos de los Juegos, no me conecto mucho con ellos", justificó.
Todavía es joven, pero ya atesora memorias valiosas de Roland Garros, su torneo preferido. "Uno de mis mejores recuerdos de aquí es la final junior de hace cinco años", contó. Perdió aquel partido decisivo contra el estadounidense Björn Fratangelo con un ajustado 8-6 en el tercer set; a modo de anticipo de su potencial, terminó aquel año como número 2 del ranking juvenil de la Federación Internacional (ITF). Su mentor es Günter Bresnik, que lo entrena en Viena desde que tenía nueve años y que trabajó décadas atrás con Boris Becker. "Creo que fue una decisión que tomaron mi padre y él en conjunto. Mi papá [Wolfgang, un profesor de tenis de la academia de Bresnik] le dijo que tenía un hijo que jugaba al tenis, y si podía mirar qué tal jugaba. Y así fue como empezó todo", narró Thiem.
Hoy afrontará un examen más que riguroso ante Djokovic, el Nº 1 que busca completar el álbum de certámenes de Grand Slam, en el segundo turno del court Suzanne Lenglen, cerca de las 10 de Buenos Aires. Thiem se ha convertido en la cara principal de la esperada renovación entre los principales protagonistas del circuito, que tiene apenas nueve jugadores de 22 años o menos dentro del top 100, delante de otras figuras crecientes, como Taylor Fritz (18), Alexander Zverev y Borna Coric (19), y Nick Kyrgios y Kyle Edmund (21). Aquí supo aprovechar la baja de Rafael Nadal -venía por su lado de la llave- y trepó hasta su mejor actuación en majors, acaso el primer capítulo de una carrera con mucho por delante.
jld/gs.