Cuando se fue de Tokio-2020, Biles pensó que no volvería a competir. Un bloqueo mental le había quitado las referencias en el aire dejándola sin oros que añadir a los cuatro con los que había maravillado al mundo en Rio de Janeiro-2016. Pero tras dos años de recuperación quiso volver, porque la gimnasta más condecorada de la historia se había ganado el derecho a decidir cuándo se iba.
Y el esfuerzo valió la pena. Brillante desde las clasificaciones en París, la estrella estadounidense, de 27 años, reconquistó el oro por equipos, el del concurso individual y el de salto aclamada por las repletas tribunas del Arena Bercy.
Biles volvió a demostrar, sin embargo, que es humana y no pudo completar su campaña soñada en París porque el último día se le resistió la viga de equilibrio, donde quedó fuera del podio, y la final de suelo (plata), dejándola a dos oros de los nueve de la leyenda soviética de la gimnasia Larissa Latynina, junto a la nadadora estadounidense Katie Ledecky las mujeres con más títulos olímpicos.
Pero con once medallas ganadas en los Juegos, siete de ellas de oro, y 23 triunfos mundiales, su nombre está ya en la historia de esta disciplina que nunca conoció una gimnasta como ella.
“He conseguido mucho más que en mis sueños más locos, no solo en estos Juegos, sino en el deporte”, indicó.
Su futuro ahora depende de ella. “Nunca digas nunca”, respondió divertida sobre si se ve en Los Ángeles-2028. “Pero me estoy haciendo muy mayor”, agregó entre risas.