El español Rafael Nadal presentó hoy sus credenciales para ganar su décimo quinto Grand Slam al tumbar en los cuartos de final del Abierto de tenis de Australia al canadiense Milos Raonic en su mejor partido del torneo.
El número nueve del mundo, que llevaba 32 meses sin pisar las semifinales de un grande, derrotó por 6-4, 7-6 (9-7) y 6-4 al tercero del ranking cumpliendo de principio a fin con el plan que se había trazado -ser agresivo- y exhibiendo un nivel de confianza desbordante.
"Estoy muy feliz por mi actitud, por mi tenis, por mis 'passing shots'. Son buenas noticias porque cuando eso ocurre es que estoy jugando bien", reflexionó el español, que se medirá el viernes por un billete a la final a Grigor Dimitrov.
El búlgaro, décimo quinto del ranking, había arrollado antes al belga David Goffin por 6-3, 6-2 y 6-4 para sumar su décima victoria consecutiva tras el título que alzó en Brisbane hace dos semanas. Llega en plena forma a la semifinal, pero sólo pudo ganar uno de los ocho duelos que jugó hasta ahora con Nadal.
Y el Nadal que se encontrará en la Rod Laver Arena llega desbocado y hambriento. Tras dos años en los que la ansiedad y las lesiones le dejaron sin poder competir en las rondas finales de los grandes torneos, el ex número respira aliviado por estar de nuevo peleando por esos títulos que construyeron su leyenda.
"Después de un tiempo que no he podido estar ahí por diferentes factores, unas veces por juego, otras por lesiones, para mí estar ahí de nuevo es algo bonito", indicó el campeón de Australia en 2009. "Todas las victorias son importantes y en torneos grandes aún más. A uno le da confianza y también es bueno que con el trabajo vayan saliendo las cosas. Y yo he trabajado bastante, la verdad".
Nadal, de 30 años, está peleando en Australia por levantar su primer Grand Slam desde Roland Garros 2014, una corona que le dejaría a tan sólo dos del récord de 17 de Roger Federer. El suizo chocará mañana en la otra semfinal de Melbourne a su compatriota Stan Wawrinka.
El triunfo sobre Raonic, en dos horas y 44 minutos, dejó además abierta la puerta a una posible final entre Nadal y Federer. Protagonistas de una rivalidad legendaria, los ex números uno jugaron ocho finales de Grand Slam, pero la última fue hace ya casi seis años.
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