Es preocupante lo que se está avizorando desde el Mundial del 2006. Los equipos europeos se han erigido sin pausas de tiempo con cuatro títulos y las naciones vencedoras como Italia, España, Alemania y Francia ya son parte de la historia de los mundiales. Qué está pasando.
Como balance la tabla de las coronas nos indica 12 para Europa y 9 para nuestro continente, correctamente nos aventajan con tres vueltas olímpicas. Si pensamos en empatar deberían transcurrir doce años y ganando los campeonatos en Catar, EE.UU., junto en organización con México y Canadá y en el país organizador en el 2030 –por justicia debería ser Uruguay–. ¿Será posible?
Al trajinar por más de 40 años en las arenas del balompié local e internacional nos animamos a sugerir cambios en Sudamérica. Estos:
Existe un espejismo, ¿cuál? Si un jugador es clave y no actúa, la fe en el equipo y en los aficionados se desmoraliza. No debe ser así.
La preparación física está a la par en todos los conjuntos del mundo. En Sudamérica falta potenciar el biotipo desde la infancia. No es un secreto.
¡Puede provocar risa! En Europa el trabajo espiritual es arraigado en el entorno del jugador. En Sudamérica es desconocido.
Se debe trabajar más en las formativas la velocidad corta –con ejercicios de reacción– y la mediana –20, 25, 30 m–. Es una arma en europeos.
Los laterales en Sudamérica son débiles en avance y pasan más bien marcando, lo que ausenta un acompañamiento ofensivo. Los europeos con marcadores y con oficios ofensivos han ganado partidos y títulos.
En Sudamérica nos embalamos en conducciones innecesarias y con una estela de acarreos incesante. Siendo una resta para el fútbol, en tanto los europeos suman velocidad con o sin el esférico. Fórmula admirable.
Que las selecciones sudamericanas sean manejadas por técnicos con carácter y con vasta experiencia en conocimientos y no por mediocres/payasos que se dejan dominar por las llamadas figuras/cracks.
El fútbol sudamericano –si quiere respirar y actualizarse– debe trabajar más en las destrezas en un terreno de juego y en lo mental. No hay otra verdad... (O)