Estamos a solo cuatro días de festejar la Navidad. Para los católicos es una fecha familiar y gloriosa el nacimiento de Jesús. Es relevante resaltar su llegada y sus históricos pasos ecuménicos y que los lectores también puedan sumar sus expresiones bondadosas para el Salvador.
Jesús, hijo del Dios divino; de María y José, sus padres, quien nacido en un pesebre de Belén de Judea al ir creciendo se fortaleció de vivencias y sabiduría, predicando su evangelio tremendamente receptivo para orientar a las personas hacia el sendero de una sana vida espiritual.
Siendo un avatar/Salvador acogió pruebas adversas, tentaciones y tristes ratos que fueron vencidos con su temple de un maestro y al ir predicando en un instante proclamó: “Mi vida humana fue dada por entero para conectar mi voluntad con la voluntad deífica/divina; cuando esto fue hecho/realizado mis tareas terrenas fueron todas cumplidas”.
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Jesús exponía los dramas de su vida en sus itinerarios/rumbos y le colmaba a sus discípulos y seguidores diciéndoles: “Lo que yo he hecho, todos los hombres lo pueden hacer y lo que soy yo, todos los hombres lo serán”. Deslumbrantes palabras sabias.
Jesús es su nombre de pila, Cristo su título honorífico. Predicó la sinceridad y una justicia vertical, lector de libros sagrados y con una admirable fe, acumulaba conocimientos, ayudaba a los desvalidos, daba de comer al necesitado, vestía al desposeído, curaba a los enfermos, guiaba los milagros que sorprendían, su corazón latía de bondades y crucificado demostró su heroísmo. Resucitó para la gloria de Dios.
Aún retumba una frase suya: “Las cimas más altas son alcanzables por aquellos que llegan a las mayores profundidades; y tú llegarás a esas profundidades”.
Anoche en sueño le decía a Jesús,por qué tanta pobreza, tantos indigentes, tantas guerras, tantas matanzas y en el mismo sueño recibí su respuesta:“Dios, mi padre divino, me envió a enseñar lo bueno y si los gobernantes no predican mi evangelio, ellos son los culpables”.
Amén … (O)