En toda su carrera, Zverev nunca había ganado un partido cediendo antes los dos primeros sets, pero esta noche lo consiguió, luchando como hacía su entrenador, el español David Ferrer.
De momento espera ya en la final, la primera de su carrera de un grande, al vencedor del duelo que tendrá lugar a continuación entre el austríaco Dominic Thiem y el ruso Daniil Medvedev.
Carreño, semifinalista de este torneo en 2017, llegó a dominar con dos sets de ventaja pero luego su saque le traicionó y su cadera derecha le impidió acabar el encuentro en plenitud.
De haber ganado el español, se hubiera convertido en el jugador con menor ránking en alcanzar la final de este Grand Slam desde el surafricano Kevin Anderson, su verdugo precisamente en las semifinales de hace tres años, cuando el de Johannesburgo era el 32 del mundo.
Los dos primeros sets fueron un espectáculo por parte del español, quien apoyado en un gran revés a dos manos, y con una gran serenidad, destrozó las ilusiones de Zverev.
El alemán había logrado las semifinales este año en el Abierto de Australia, y esta vez, sin Novak Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer en estas fases finales, tenía la gran oportunidad de su vida de colocar su nombre entre los grandes favoritos y acabar por fin con su leyenda de jugador incapaz de ganar un grande.
Pero ante la seguridad de Carreño, la cara del pupilo del español David Ferrer reflejaba impotencia, desesperación e incluso desgana en esas primeras mangas.
Después de ceder los dos primeros sets, y cometer 36 errores no forzados en esos dos parciales, por solo 12 del español, en el tercero Zverev inició una gran reacción. Con John McEnroe en las gradas, Alexander llegó a colocarse con ventaja, por primera vez en el partido 3-1, y luego 4-2, para llevarse ese parcial gracias a tres roturas, y a que solo cometió tres errores no forzados.
A pesar de ceder su saque en el tercer juego del cuarto set, Carreño no se rindió. Devolvió la rotura al alemán en el cuarto juego, y comenzó de nuevo a mandar, pero fue solo un espejismo, porque el alemán, a pesar de recibir dos pelotazos de Pablo en la red, se hizo con este parcial a la cuarta oportunidad.
"No era mi intención" se le entendió a Carreño después en diálogo con la juez de silla serbia Marijana Veljovic, quien asintió, mientras "Sascha" mascullaba "es demasiado ya".
Tocado en la cadera izquierda, Carreño recibió tratamiento en la pista y al volver ya no tenía la fuerza ni la constancia de los dos primeros parciales. Zverev había cometido tan solo 15 errores no forzados entre el tercer y cuarto set, y con su saque solo cedía dos o tres puntos, como mucho y con eso marcaba ahora la diferencia.
Una rotura en el primer juego del último set del alemán decidió ya la contienda. Su derecha y revés mandaban con soltura, mientras que Carreño, que antes de ceder salvó una bola de partido, veía como su gran oportunidad se desvanecía.
Al menos, el español saldrá de Nueva York en el puesto 18 del mundo, aunque con el amargo sabor de boca de haber tenido muy cerca la final.