El vínculo –como lo reconocen ellos– va más allá de haber sido protagonistas heroicos de varias de las noticias deportivas que más orgullo, alegría y emoción generaron entre los ecuatorianos. Sus nombres –Andrés Gómez Santos y Jefferson Pérez Quezada– aparecieron publicados en infinidad de ocasiones al ser narradas sus formidables hazañas tenísticas y atléticas. Sus epopeyas están eternizadas en las páginas de Diario EL UNIVERSO, que hoy recuerda sus 99 años de fundación.
Sus nexos con este Diario son afectivos y están relacionados con sus respectivas familias o con sus comienzos deportivos. Para Gómez, guayaquileño, hoy de 60 años, este Diario, en su memoria, está entrelazado con la imagen de su padre, Pedro Pablo Gómez, que entre otras actividades destacó como un prestigioso radiodifusor.
“No sé qué edad habré tenido cuando tuve mi primer contacto con EL UNIVERSO, pero debo haber sido bastante chico. Sí sé que mis primeros recuerdos tienen que ver con mi padre al verlo salir en pijama, a la puerta del garaje, a recoger el periódico”, cuenta el campeón de Roland Garros en 1990.
“Quiero saludar a todos los lectores y a los directivos. Fui honrado algunas veces (seis) con el premio al Mejor Deportista del año. Ese evento (Cena de los Campeones) siempre fue un estímulo para todos los deportistas, un apoyo constante en nuestras carreras”, dijo.
El cuencano Pérez (46 años) relata: “No sabría decir cuál es mi primer recuerdo de Diario EL UNIVERSO, pero creo que fue cuando inicié mi vida deportiva, a los 13 o 14 años”.
El campeón olímpico de 20 kilómetros marcha en Atlanta 1996 agrega: “Los conocí cuando tenían sus instalaciones en el centro. Y recuerdo la Cena de Campeones (fue siete veces elegido Mejor Deportista del año). Tuve la oportunidad de que me premiara Carlos Pérez Perasso y para mí era superimportante. Era un momento lindo, emocionante, anecdótico, de reunión de los mejores deportistas”. Esas visitas “nos permitían conocer a los reporteros, a la gente de la línea gráfica, comer con ellos, estar con los directivos, todos en un solo lugar. Eso es uno de los mejores momentos que recuerdo. Pude ver cómo imprimían el Diario, conocí a la gente que lo hace y eso no se olvida”. (D)