El ya doble ganador del maillot rojo, el esloveno Primoz Roglic (Jumbo-Visma) y el ecuatoriano Richard Carapaz (Ineos Grenadiers) mantuvieron un pulso histórico por imponerse en una 75 Vuelta a España que, lejos de ser recordada por ser la edición de diamantes, quedará en la memoria por los obstáculos que tuvo que superar como consecuencia de la pandemia.
Roglic fue el que mejor partido sacó a todas y cada una de las opciones que ponía a disposición de los ciclistas la carrera española, mientras que el más fuerte pedaleando fue Carapaz.
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En un duelo entre dos ciclistas que no se recordaba en la Vuelta desde el que mantuvieron en 1993 los suizos Alex Zulle y el ganador Tony Rominger, con 13 y 8 días de líderes respectivamente, un solo cambio y únicamente 29 segundos de diferencia, ningún otro ha tenido a dos protagonistas que como en el caso de la Locomotora de Carchi haya asaltado por dos veces el liderato del ex saltador de esquí.
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Los más fuertes
Roglic y Carapaz fueron los más fuertes desde el primer hasta el último día de una Vuelta que se vio reducida en tres etapas de las 21 inicialmente previstas. El recorte del periplo que comenzaba en Utrecht por tierras neerlandesas dejó el recorrido con una trilogía de etapas con finales exigentes que dejó claro desde el primer momento quiénes iban a aspirar a ganar la carrera.
El esloveno y el ecuatoriano, además del británico Hugh Carthy (Education First) se han movido durante toda la carrera en un margen inferior al minuto, en un claro reflejo del equilibrio de fuerzas. El de Preston lo cruzó el último día al ceder 28 segundos sin trascendencia en el relajado final de Madrid.
La contrarreloj del Mirador de Ézaro
En la única contrarreloj de esta edición, Roglic hizo un planteamiento perfecto de cómo gastar sus fuerzas, tanto en el llano como el muro hacia el Mirador de Ézaro, para conseguir además del triunfo parcial asegurarse un buen número de segundos frente a sus adversarios que vieron cómo el esloveno se hacía a falta de cinco etapas con un liderato que ya no abandonó.
Formigal, L'Angliru y La Covatilla
En tres de los finales en alto que debían marcar el desenlace de la Vuelta, tanto Carapaz, aunque no logró ningún triunfo parcial, como Carthy encontraron el punto débil del esloveno que terminó perdiendo tiempo en cada uno de ellos.
Roglic supo gestionar sus crisis para no entrar en pánico, algo que fácilmente podía haberle ocurrido recordando el potente golpe psicológico que supuso para él un mes antes perder el Tour de Francia el penúltimo día, y minimizar las pérdidas para defender su triunfo final en la que iba a ser su segunda Vuelta.
Fortaleza de Jumbo vs. debilidad de Ineos
Como ya demostraron en el Tour de Francia, la formación holandesa del Jumbo Visma fue en conjunto la más fuerte de la carrera y tuvo casi siempre bajo perfecta protección a su líder.
Mucho más desprotegido estuvo Carapaz que casi siempre, y mucho antes de llegar a los momentos claves, se tuvo que enfrentar en solitario a sus rivales. Ineos Grenadiers repitió una vez más en la carrera española los errores que le han llevado a perderla en diferentes ocasiones, siempre con el británico de origen keniano como Chris Froome, por no contar con los peones necesarios para arropar a su líder.
Las bonificaciones, claro
Los cuatro triunfos de etapa de Roglic en la Vuelta, tres de ellos bonificados, y sus tres segundos puestos, le permitieron llegar a la etapa decisiva del Alto de la Covatilla con un colchón de segundos extras sobre sus rivales que fueron los que terminaron salvándole. Las bonificaciones dejaron a Roglic 24 segundos por delante de Carapaz, sin embargo el ecuatoriano pedaleó la totalidad del recorrido en un tiempo menor. (D)