Desde que inició el actual proceso electoral y conforme se fueron formalizando los trámites para la presidencia de la Federación Mexicana de Charrería (Fmch) para el cuatrienio 2016-2020, en el que únicamente se registraron dos candidatos, Leonardo Dávila Salinas y Édgar del Bosque Amador, han surgido grandes diferencias entre los representantes de cada planilla, propiciadas por el apoyo descarado e incondicional del Colegio Electoral integrado por el Comisario de la Federación, Esteban González Ortiz, como presidente, y el secretario general, José Arturo Marín Alcántara, como secretario.
Además del prosecretario Sergio Cuevas Alemán, quien funge como representante legal y personal del candidato Édgar del Bosque.
Esta situación se ha agravado cada día por la actitud de Marín Alcántara, quien ha sido el operador del intento de fraude electoral, negándose a recibir todo tipo de pruebas, intervenciones y uso de la voz, que pudieran ser en defensa de Dávila Salinas.
El actuar de Arturo Marín ha tenido y tiene como finalidad proteger la candidatura de Del Bosque e imponerlo como presidente, ya que al mismo tiempo está defendiendo su futuro económico, con la promesa por parte del candidato que si llega a la presidencia, Marín será nombrado gerente general de la Fmch, por lo que siguió rascándole a sus artimañas y presentó un padrón electoral completamente “rasurado”, con asociaciones charras que solo votarían por ellos.
Esta situación confirma las perversas intenciones del Consejo Directivo encabezado por Miguel Pascual Islas, quien también forma parte de ese grupo y es cómplice, al no tener presencia, ni intervenir en las tropelías antes mencionadas, con el único fin de dejar fuera del proceso a la planilla de Lito Dávila.
Sin duda, Arturo Marín ha sido un activo promotor de esta maldad, pero, ¿quién es José Arturo Marín Alcántara?
Es un sujeto que en realidad no figura en la charrería, ya que a finales de los setenta ingresó a ese mundo en forma casual e inesperada, en la Asociación Amigos Charros de Culhuacán, ubicada en el oriente de la Ciudad de México, donde seguramente vio lo que se movía económicamente y de ahí pa’l real, integrándose a la campaña para presidente de la Fmch de Fernando Moscoso para el cuatrienio 1988-1992.
Pero desafortunadamente para él no se cristalizaron sus aspiraciones en ese momento, mientras tanto, compró un caballo para ir aprendiendo a colear y formar parte de algunos equipos charros para realizar esa suerte, aunque nunca logró un buen nivel.
Luego, ya con sus aspiraciones bien definidas, se le nombró tesorero siendo presidente Álvaro Vergara Martínez, de 1992 a 1996, y secretario general de la charrería federada, cuando Jorge Rivera fue presidente, entre 2001 y 2004.
Más adelante contendió contra el presidente Javier Basurto en busca de la administración para 2004-2008.
Para la presidencia de 2008 a 2012 volvió a la carga y quiso alcanzar el cargo, donde el entonces presidente Jaime Castruita, se llevó el triunfo, pero solo 35 elementos federados votaron a favor de Marín, habiendo más nulos, con 65, siendo una desgracia para su carrera política dentro de la institución.
Esto no fue un obstáculo para él, ya que a través de su camino, con tal de seguir viviendo de la charrería, ha hecho a un lado lo que entorpece sus aspiraciones, deteniendo su lucha por la presidencia en el periodo 2012-2016, pero formando parte del Consejo Directivo como secretario general e integrando a familiares a la nómina de la federación.
Con toda la experiencia administrativa y el conocimiento del manejo de la Fmch, ha venido aprendiendo mañas e imponiendo un terrorismo estatutario a las asociaciones que no están de acuerdo con él ni con su candidato; una prueba más es la forma de presionar a los presidentes de unión de asociaciones (PUA) de cada entidad, enviando convocatorias fuera de fecha y responsabilizándolos por no estar en tiempo y forma.
Todo lo antes expuesto es grave, pero la joya de la corona es el manejo de dos estatutos, utilizándolos según conviniera a sus intereses, acción que puede tipificarse como un delito, y para rubricar estas acciones, ahora, durante este último proceso electoral, en un grito desesperado incrustó a gente ajena a la federación, vinculada con la Comisión de Apelación y Arbitraje del Deporte (CAAD), poniendo en grave riesgo la institucionalidad de nuestro deporte nacional.
Pero aquí no termina todo, ya que hace unos días Arturo Marín, en su calidad de secretario general, envió una carta convocando a todos los PUA de México y de Estados Unidos, para llevar a cabo una Asamblea General Extraordinaria con carácter de privada, a celebrarse el próximo lunes 28 de noviembre.
Como respuesta a esta acción, la reina nacional Melissa I, quien es parte del Consejo Directivo y que por lo que veo tiene más pantalones que otros charros, hizo pública su inconformidad y manifestó: “Queremos una explicación, es una burla para los que pagamos cuotas para pertenecer a esta federación, están muy equivocados si piensan que la institución es de ustedes y querer privar a la charrería de enterarse de sus tejes y manejes. ¡Alguien que responda!, Miguel Ángel Pascual, Fernando Pascual, José Arturo Marín Alcántara, Édgar del Bosque, Vicente Ransanz, Sergio Cuevas, algún miembro del consejo o presidentes de Uniones de Asociaciones Charras que le siguen el juego.
“¿Voy a poder asistir como miembro del Consejo o tienen tanto que esconder, que tampoco se me va a permitir el acceso como reina nacional? Me queda claro, que ya se me cobró alta la factura por no callar y alzar la voz, pero no voy a dejar de hacerlo y exhorto a la charrería nacional a que no sigamos permitiendo que nuestro deporte continúe en manos de los mismos que no han querido soltar el poder”.
Como podemos darnos cuenta, esta situación es muy delicada, porque los que están viviendo de la charrería difícilmente van a querer dejar sus privilegios, su fuente de ingresos, sus viajes, sus buenas fiestas y comidas, así que la Fmch está secuestrada por no más de una docena de vividores.