Fabián O'Neill fue un futbolista excelso. "El Mago", como lo apodaban, fue figura en Nacional de Motevideo, pasó por Juventus -donde compartió equipo con Zinedine Zidane, que alguna vez definió al uruguayo como el mejor jugador que había visto- Perugia y Cagliari, en el que fue capitán y figura absoluta. De él se dijo en su momento que podía ser lo que se propusiera; talento para jugar no le faltaba. Pero su nombre desapareció de las grandes luminarias tan pronto como su conducta lo fue alejando de las canchas: se retiró del fútbol profesional antes de cumplir los 30 años. En una entrevista publicada por el diario "El País" de Uruguay, O'Neill recordó todos los estados por los que pasó en ese largo viaje que vivió como jugador.
En Montevideo, a 290 kilómetros de Paso de los Toros, su ciudad natal, atiende una verdulería, no reniega de su pasado y disfruta de sus elecciones. Se describe feliz. Vive en lo de su suegra, junto a su actual mujer Andrea. "Es la única que amé", admite. Con ella tuvo un hijo, Favio (jugador de la séptima división de Nacional), y asegura que gracias al nacimiento de él, la relación con sus otras dos hijas -fruto de dos relaciones anteriores- ha mejorado.
"De mañana ya me vengo para acá. Ayudo a Janet, la dueña, que es hija de un amigo mío que tiene boliche en Paso de Los Toros. Además acá tengo fiado, ahí está el tema, je. Y cuando el 'Quero' (Eduardo) se va yo le atiendo el puesto. La gente no se extraña porque ya me conocen", relata, divertido.
O'Neill en Nacional, su equipo más querido
A los 43 años, confiesa cuáles son hoy sus expectativas: "Quiero seguir así, no quiero estar al lado de los ricos. Nunca lo quise, el rico era yo. Por suerte todavía quedan algunos códigos. Poquitos, pero quedan. En Paso de los Toros y acá, quedan algunos códigos. Gente que ve que estoy mal y me da una mano".
Sin escrúpulos, reconoce que trabajar no le gusta. Pero es necesario. Que hoy no tiene nada y no reniega. Supo vivir en una hermosa estancia, con vista al Río Negro y mucha ovejas. En las paradisíacas playas italianas... "Lo tuvo todo, dinero, fama y mujeres. Su habilidad en la cancha lo llevó a jugar en Nacional, Cagliari, Perugia y Juventus de Italia. Fue alabado por Zinedine Zidane y formó parte del polémico seleccionado del Mundial 2002. Vivió cerca de las adicciones y lejos de una conducta profesional. Al retirarse del fútbol, con menos de 30 años, dejó entre los hinchas la amarga sensación de que pudo haber ido más lejos, ser el jugador de élite que no llegó a ser", describe el prólogo de su autobiografía 'Hasta la última gota'.
Un compacto de grandes jugadas de O'Neill
En junio del año pasado, O'Neill fue operado de la vesícula. Debía estar tres años sin tomar alcohol, pero la buena letra le duró un mes. "Ahora no me duele nada. Por fuera parezco un auto para vender, que no se sabe si tiene motor o si tiene batería", se ríe de sí mismo.
"Tuve 14 millones de dólares y los perdí. Pero a mí no me molesta ser pobre. No me cuesta. Yo teniendo para tomar y que mis hijos estén bien, ya está. Que mis hijos estén sanos es tener un platal para mí. Después comer, se come arroz con huevo igual. Caballos lentos, mujeres rápidas y timba, eso es lo que hace que no te quede nada. Siempre timbeaba. Yo tuve 20 caballos en (el hipódromo de) Maroñas. Cuando era jugador timbeaba más, porque tenía más plata. Ahora no puedo porque no tengo nada", relata.
"El respeto es como el dólar, tiene valor en todos lados "Fabián O'Neill
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Hoy espera que el empresario Francisco Casal, amo y señor del fútbol uruguayo, llegue de Ecuador, para juntarse con él. "Le mandé pedir plata para unas deudas que tengo que pagar. Pero tampoco quiero que me haga trabajar mucho. Trabajar no me gusta mucho. Me gustaría descubrir jugadores, gracias a Dios conozco gente en todos los pueblos, que conocen a los botijas, pero es bravo recomendar. No es fácil recomendar. Ese trabajo me gustaría, pero eso nomás. Nada de estar de saco y corbata. Yo no quiero estar en un panel de Tenfield (el canal de TV deportivo de Uruguay). A mí me gusta andar así nomás, de alpargatas. Cuando era el capitán del Cagliari a veces me tenía que poner un traje por obligación. Me gustaba ser el capitán, pero iba de equipo deportivo. Sabía ser capitán, yo responsabilidades tengo, lo que soy es desprolijo para mí. La vida me hizo así. Soy así. Rebelde y orgulloso", se define.
Con los pies sobre las tierras mansas uruguayas, alejado del ruido profesional y del estrés por figurar, O'Neill dice que haber perdido todo en parte tuvo que ver con los amigos que lo rodearon y con los otros que simplemente figuraban por el dinero que tenía. "Esos amigos que hoy no existen. Igual soy feliz, porque hay gente nueva, que está conmigo cuando no tengo nada. Hoy paro acá en el bar con un grupo y nos ayudamos unos a los otros. A veces tengo mil pesos yo, o los tienen ellos. Y el señor del puesto me da para que me lleve para casa para comer. Es mejor estar así que tener plata. Yo tuve mucha plata y tuve millones de amigos. Hoy tengo sólo diez o 12 bohemios como yo, pero son los que me ayudan. Nos acomodamos entre todos", define.