El mariscal de campo de los Vaqueros de Dallas, Tony Romo, trató de enseñarles a sus hijos cómo se debe lanzar y atrapar un balón, pero el resultado no fue lo que esperó.
Su hijo menor, fungiría en la posición de receptor. Cuando el otro hijo de Romo, el ‘quarterback’, lanzó el ovoide para que fuese atrapado, el pequeño no logró llevar a cabo la acción y recibió un ligero golpe en el estómago, lo cual hizo que rompiera en llanto.
Al instante, Tony Romo consoló a su hijo con un abrazo, señalándole que todo estaba bien y que había hecho un gran trabajo como receptor.