México llegó a la novena tanda ganando 11-9, una pizarra que aparentemente lo llevaba al juego donde se define el pase a la segunda ronda. Más tensión no era posible tener en el cierre dominical del Clásico Mundial, ya que supuestamente la selección tenía que ganar por dos anotaciones. Venezuela se fue en cero en la octava y en la novena tuvo a dos corredores en base. Y Roberto Osuna se sacó la espina y colgó los dos outs más sufridos del béisbol mexicano.
Pese a esto, y aunque ya habían dado a México como ganador del pase al juego de desesmpate, el comité técnico otorgó dicho derecho a los sudamericanos.
La ofensiva no pudo darle un colchón a Oliver Pérez, quien regresó a la lomita para acabar la obra. El zurdo se fajó con Rougned Odor y lo dominó. Entonces le dieron la bola a Roberto Osuna para que consumara su revancha. Empezó admitiendo hit de Alcides Escobar. Llegó el turno para Ender Inciarte, quien negoció pasaporte. Entonces Osuna, quien no pudo sacar out en su aparición anterior, ponchó a Robinson Chirinos y obligó que José Altuve elevara para acabar angustiosamente el juego.
Ponerte a tono, en ritmo, con el timing necesario, no es algo tan sencillo de conseguir. Se necesita tiempo y juego. El primer triunfo de la selección mexicana llegó en el quinto juego, contando los dos choques de práctica que tuvieron en Arizona y los dos primeros de este torneo. Se vio la mejor versión de la selección, quizá mejor que la del duelo inicial frente a Italia, porque el trabajo de todos los que jugaron fue parejo.
Édgar González dijo el sábado tras la derrota que el beisbol no les había dado pero que tenían que seguir jugando de la misma forma para que finalmente el béisbol les diera. Y eso sucedió, la selección jugó para que el béisbol les diera.
México dio un aviso en la primera tanda con batazos de Esteban Quiroz y Adrián González que se quedaron en la franja de advertencia. Se quedaron cerca de ser algo grande, pero fueron dos contactos sólidos que, en la segunda, rindieron frutos.
A pesar de la circunstancia de ser un juego de vida o muerte, los bats mexicanos no tenían prisa y mostraron mucha paciencia. Y el béisbol te da cuando juegas con paciencia. Brandon Laird empezó el ataque con un turno de seis pitcheos y Esteban Quiroz lo cerró con un home run en nueve pitcheos. Fue un inning que terminó con cinco carreras para los tricolores en los que vieron 38 pitcheos. Eso da un promedio de cinco pitcheos en cada turno. Esperaron su pitcheo y, cuando fue el caso, fueron contactos que picaron en buena zona.
Ese ataque provocó la salida del abridor venezolano, Yusmeiro Petit, e inició el desfile de los relevistas. Pero los bats no se apagaron en ningún momento.
Aunque en la cuarta tanda dominaron a los dos primeros bats (Japhet Amador y Efrén Navarro) fue luego de sólidos contactos que fueron bien atrapados por los jardineros. En la quinta esos cañonazos llegaron más lejos, al menos el de Brandon Laird, ya que con Quiroz y Adrián González en base, el cuarto tolete disparó una línea que fue atrapada por un aficionado en la tribuna del jardín izquierdo. Un tranquilizante 8-1 para el equipo visitante iluminaba la pizarra del Estadio de los Charros.
Pero poco a poco la ofensiva de los venezolanos empezó a descontar y se preparaban para dar el batazo para la voltereta. Entonces Sergio Romo entró llamado desde el bullpen con la misión de apagar el incendio. Tenía que tener pulso de cirujano con el rancho en llamas. Martín Prado le negoció pasaporte con el que se llenaron las bases y vino Miguel Cabrera a la caja de bateo. Duelo de ligamayoristas que el mexicano ganó al hacer que Cabrera rodara a la tercera desde donde Brandon Laird tiró a segunda para forzar el tercer out. El pitcheo se fajó ante la amenaza real de una artillería venezolana que estaba todo menos dormida.
Tres entradas para definir la historia
La presión que los venezolanos pusieron al acercarse a tres rayitas no desconcentró a los bats mexicanos. Aprovechando el descontrol de los relevistas sudamericanos se rescataron dos anotaciones cuando Chris Roberson puso la bola en juego con casa llena. Su rodado encontró un hueco entre primera y segunda donde el veloz José Altuve apenas y llegó lanzándose, pero no pudo evitar que la carrera 10 y 11 alcanzaran el pentágono.
Con cinco anotaciones de delantera, era momento de que Romo hiciera su trabajo. Y no lo hizo. Hit de Carlos González, jonrón de Víctor Martínez, hit de Rougned Odor e infieldhit de Alcides Escobar provocaron otro cambio de lanzador. Jake Sánchez y su defensiva salieron para detener la hemorragia. Sánchez llegó para ser recibido con un toque sorpresa con el que se llenaron las bases sin out. El daño quedó en una sola carrera porque logró hacer que Martín Prado rodara al short para completar una salvadora doble matanza.