El anuncio de la salida de Daniele De Rossi, volante italiano, provocó un remezón en el mundo de Boca Juniors. El campeón del mundo en el 2006, en una rueda de prensa, puso fin a su etapa en el equipo xeneize y su carrera profesional.
De Rossi tomó esta decisión por los problemas legales que atraviesa la madre de su hija mayor Gaia, de 14 años. La exmodelo y actriz Tamara Pisnoli, exesposa del centrocampista ídolo de la AS Roma, tiene varias acusaciones en su país por secuestro y nexos con la mafia. El exjugador tratará de agilitar los trámites legales para quedarse con la custodia de su hija.
Daniele De Rossi y Tamara Pisnoli
“Me despido de Boca y del fútbol, es una decisión definitiva (...). Siento la necesidad de acercarme a mi hija y a mi familia. Yo la extraño y ella me extraña. No hay nada atrás, están saliendo noticias que me peleé con Román (Riquelme), con otra gente, con la nueva dirigencia. Tuve la suerte de trabajar con ellos estos días, me mostraron cariño, pero la decisión es definitiva”, dijo el europeo a los medios de comunicación en el complejo de Boca, Pedro Pompilio.
“No quiero entrar en detalles. A los 14 años una nena necesita a su padre cerca. Ella no corre peligro, no tengo que ir a salvarla (...). No necesito ayuda, necesito volver a mi casa (...) Acá estoy muy lejos y es difícil”, agregó.
Los vínculos de Pisnoli, quien se casó en mayo del 2006 y divorció en el 2009 de De Rossi, con grupos criminales nacieron por las relaciones de su padre, Massimo, un empresario que fue encontrado muerto con un tiro en la boca y otro en la espalda, en agosto del 2008, en un camino de tierra cercano al pueblo de Campoleone, al sur de Roma.
El crimen del magnate habría sido ordenado por la camorra napolitana. Según las investigaciones de la policía fue por un ajuste de cuentas, ya que Massimo quiso expandir sus negocios sin permiso de la organización.
Massimo Pisnoli
Medios de la Península itálica le atribuyen a la sensual mujer la frese: “¿Sabes cuánto tiempo me lleva matar a una persona?. Es suficiente que ponga diez mil euros en manos de un albanés y listo”.
En el 2014 fue acusada de participar en el secuestro y extorsión del empresario Antonello Leffi. En un bar fue abordado y obligado a subir a un auto, marca Mercedes Benz, por un grupo de ocho personas, quienes le robaron un reloj Rolex DayJust (valorado en $8 500) y unos $1 000 en efectivo.
Después del exigir un pago por el rescate, Leffi fue amenazado de no acusar a nadie y abandonado en las calles de la capital romana.
La jueza Giuseppina Guglielmi la condenó a seis meses con prisión domiciliaria y luego obtuvo la libertad condicional. “Le encanta rodearse de personas que pertenecen a círculos criminales”, indicó la magistrada durante el proceso.
“Es mujer codiciada por su riqueza, pero que cuando era explotada recurre a la solidaridad de los miembros de los diversos grupos criminales, dispuestos a intervenir en su nombre utilizando métodos de violencia”, agregó. (D)