11/05/2024

Argentina 1986: semblanza al heroico título albiceleste

Miercoles 29 de Junio del 2016

Argentina 1986: semblanza al heroico título albiceleste

México, México 86. "El mundo unido por un balón". Así era el estribillo principal de la canción oficial de aquella cita mundialista. Argentina también estuvo unida, pero por un sueño que logró concretar. Es ese sueño eterno que hasta ahora perdura. 

México, México 86. "El mundo unido por un balón". Así era el estribillo principal de la canción oficial de aquella cita mundialista. Argentina también estuvo unida, pero por un sueño que logró concretar. Es ese sueño eterno que hasta ahora perdura. 

México, México 86. "El mundo unido por un balón". Así era el estribillo principal de la canción oficial de aquella cita mundialista. Argentina también estuvo unida, pero por un sueño que logró concretar. Es ese sueño eterno que hasta ahora perdura. 

Han pasado 30 años de la proeza de una selección repleta de guerreros. Esa albiceleste, que por momentos se tornaba en una azulina cautivante por ese color chillón, estaba comandada por un pequeño hombre que partido a partido demostraba habilidades propias de un ser extraído de un planeta sobrenatural: Diego Armando Maradona.

Sin Maradona y su ejército gaucho detrás hubiera sido imposible crear la gesta del 29 de junio de 1986. Por un diminuto instante quedaba lejos la "Mano de Dios" y el "Gol del siglo". Esas bellísimas obras de arte necesitaban una consagración pletórica en el podio para asociarlas de una manera instantánea. Esa consagración fue ante una inolvidable una Alemania verde. La Alemania Federal aún dividida por un muro.

 

El Estadio Azteca fue el teatro perfecto para que estos equipos presentaran su guión y protagonicen un partido épico. Un partido para guardarlo en la memoria y en las repeticiones que ahora podemos encontrar en YouTube.

Argentina dio el primer golpe. Fue con la cabeza de José Luis Brown. Harald Schumacher, arquero teutón salió a "cazar mariposas". El defensa argentino celebró de rodillas como quien rezara al todopoderoso para que se nos pudiera cumplir un anhelo. Y lo acompañó con un beso lleno de emoción y deseos.

Para liberar los gritos ahogados en el alma, Jorge Valdano logró el 2-0 con una sutil definición al segundo palo. Listo. Vámonos a celebrar. Somos campeones, señores. Así sentían los aficionados argentinos en las gradas del recinto mexicano.

Nunca des por muerto a un alemán. Siempre lucharán hasta el último suspiro. Así lucharon para reponerse de la Segunda Guerra Mundial. Y, lo que disputaban en ese gramado del Azteca, para ellos, era una guerra más. Karl Heinz Rummenigge y Rudi Völler equipararon las acciones en un abrir y cerrar de ojos.

 

El hermoso atardecer mostraba un cielito lindo. Bueno, ese clima se volvió en una oscura desesperación para los de Salvador Bilardo. Sin embargo, una linda frase cayó perfecta para Argentina: "después de la tormenta, viene la calma". La calma celeste y blanca llegó en persona. Llegó en la corrida de búfalo de Jorge Burruchaga en los últimos suspiros del cotejo.

Lo demás ya lo conocemos. Diego Maradona alzando el trofeo de la Copa del Mundo con una sonrisa de niño con el juguete soñado. Jorge Burruchaga cargado en hombros como si fuera un dios terrenal. Una historia sacada de un libro de epopeyas.

Ahora, con los años encima, pero con los recuerdos frescos, los integrantes de esa selección se reunieron en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación de Argentina para recibir un homenaje. Solo faltó Diego Maradona. Bueno, se le perdona la ausencia. En realidad, a él, se le perdona todo. 

 

 

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